Por María Fernanda Sandoval
Estela de Ruiz: La secretaria.
El jefe.
En la salita de una oficina poco iluminada con un escritorio grande lleno de fotografías alrededor, unos sillones verdes, viejos y José Luis Rodríguez de música de fondo. Se escucha la cadena del baño. De una de las dos puertas que están cerradas sale una señora arreglándose el vestido.
ESCENA #1
*Entra
la secretaria y se sienta*
*Entra
el vendedor*
Estela:
Buenas tardes, ¿en que podemos ayudarlo?
Juan:
Buenas tardes. Tengo algo que darle a su jefe.
Estela:
Con mucho gusto, ¿quién es usted?
Juan:
Yo soy yo, señora. Pero si lo que quiere es saber mi nombre, este es Juan
Pérez.
Estela
(buscando en la computadora): Disculpe Juan, no lo esperábamos. No tiene cita.
Juan:
¿ esperábamos? Usted no, su jefe sí. Pasaré. (se encamina hacia la puerta)
Estela
(levantándose de su silla, enojada): Nosotros señor, somos un equipo. Yo sé que
es lo que él hace y él manda lo que hago yo. Y usted no puede pasar, no tiene cita.
*Suena
el teléfono*
Estela:
(contestando el teléfono) Buenas tardes ¿en que podemos ayudarle? Si, será un
gusto atenderla. Por supuesto, no dude en comunicarse con nosotros.
Juan:
Podemos, nosotros, somos. Señora, déjeme preguntarle algo ¿quién usted?
Estela:
Soy la secretaria. Y me está robando tiempo.
Juan:
No, no qué hace. ¿Quién es?
Estela:
¿Mi nombre? Es Estela de Ruiz.
Juan:
De otro.
Estela:
De nadie.
Juan:
Tampoco suya. Usted no sabe quién es.
Estela:
¿A qué viene Juan?
Juan:
Disculpe que le quite el tiempo, Estela. Pero… ¿sabe usted quienes son las
secretarias? Son mujeres capaces que
hacen todo lo que sus jefes mandan, que anteponen los deseos de los demás a los
suyos.
Que hablan
en plural para olvidarse de ellas mismas. Que se vuelven amigas, confidentes,
madres, cuidadoras de alguien que muchas veces hace alarde de superioridad.
Estela:
¿Quién es usted Juan?
Juan:
Un vendedor, ya se lo dije. Vendo lo que los demás necesitan. En esta oficina
falta una identidad.
*Juan se sienta*
ESCENA #2
*Entra
el Jefe, no mira a Juan*
Jefe:
¡Arriba Estelita! Aún me falta mucho por hacer. Haz la carta de despido del vigilante, luego
pásamela para que la firme. Por cierto,
prepara las invitaciones del día de la mujer, espero que a las demás
secretarias les gusten. Y tráeme un café, lo necesito.
Juan:
La carta ya la hiciste, ¿no es así? él incluso ya la firmó. Las
invitaciones te quedaron preciosas. Y el café lo necesitas más que él.
1 comentario:
Me gustó el diálogo entre el vendedor y la secretaria, la forma en que este hablaba con tanta soltura.
Además, es muy cierto que las secretarias terminan haciendo más que sus jefes.
La idea de la identidad me parece buena, aunque se podría decir que en realidad se necesitan dos; ya que así como la secretaria se ha perdido para apoyar a su jefe, él no sabría qué hacer o quién ser sin ella.
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