30 junio 2012

Sin título

 Por María Fernanda Sandoval
 
Al salir supo qué camino tenia que seguir. No volteó la mirada, llevaba el pasado en la memoria y en el corazón. Besó la cruz en su cuello e inició el largo viaje sin retorno. Había querido seguirla tantas veces pero este día por fin reunía todo el valor para marcharse. 

Esa mañana, cuando llegó a la cima se sintió el dueño del mundo, miraba desde arriba todas las casitas blancas derritiéndose bajo el sol y podía imaginarse caminando entre esas calles empedradas de anchas banquetas. Recogió sus maletas y bajó al nuevo pueblo, se encontró con un ambiente familiar, lo suficientemente tentador como para quedarse.  Con el tiempo fue haciendo de esa gente la suya, suyos los recuerdos y suya la historia de la ciudad. 

No le podía pedir más a la vida, le gustaba ese lugar, desde su hamaca y a las cinco de la tarde bajo el árbol de naranjas, mientras ella murmuraba el viejo bolero. Le gustaban los viernes entre amigos, como aquél lejano cuando eligió en él último trago, al final de una ranchera, fijar un poco mareado, el día de su boda, y escuchó, entre lágrimas pocas horas después el sí definitivo. Le gustaba envejecer bajo el sol, como le reprochaban en su antiguo pueblo, las pocas veces que había regresado.  

Pero ahora y sabía que para siempre, ni las casitas blancas, ni la sombra del naranjo, ni el viento de la noche, ni las cinco de la tarde podrían devolver un poco de lo que ella se había llevado. Vestido de luto se vio al espejo y encontró un corazón que no volvería a ser el mismo sin ella.

Varios


 Por Evelyn Revolorio

3r. Descenso: La sinestesia.

Desilusiones y esperanzas.

Rompe en llanto mi pobre corazón
Perdiendo poco a poco la razón
Al caer las lagrimas de agrio sazón
Lo que me provoca escuchar un danzón.

Por qué ardió mi  alma en un instante
Con un brillo intenso de roca brillante
Mi esperanza esperaba constante
Que algún día tú me esperaste.

Finalmente con amargo sabor mi huida
Salí de tu desalmada vida
Para encontrar a mi querida
Quien sabia y entendería ese día helado llegaría.

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4to. Descenso: Obra de Arte.
Elegí a  Claude Monet, "A Cliff Walk, Pourville"


El verano:
Todos los días de los tres meses que dura el verano, Coco salía al campo, con su mejor vestido y un peinado con una sola peineta, recorriendo cada rincón del pastizal, recogiendo las flores más hermosas para añadirlas a su cabello, siendo este como un jardín con muy buen aroma. Agarraba su sombrilla rosa, salía de la puerta con la ayuda de su mayordomo y metro a metro en el camino que llegaba hasta la entrada de la granja, recorría suspirando. Tomaba un pequeño desvío, llegaba a un pequeño encaminamiento de tierra que llegaba cerca de un precipicio, con una magnifica vista al mar. Tomaba su vestido y atravesaba un pequeño trecho lleno de pasto alto, con flores azules y rosas, llegaba hasta la orilla y miraba al horizonte, esperando que algún navío se acercase a la costa. Su madre, Claudet se preocupaba tanto por ella, por qué al tratarle de despertar en las mañanas, su alcoba estaba cerrada y ningún ruido salía de ella, así que un día en la madrugada decidió esperar junto a la puerta para comprobar que nada raro ocurría. Tanto como Coco, su madre esperaba el regreso de su esposo, mas no pensaba que esto afectaría tanto en cuerpo y alma a su angustiada hija. Ese lunes, escucho a las cuatro de la madrugada un ruido, un crujido y  una serie de pasos fuera de la casa, salió inmediatamente y vio a Coco hacer su recorrido. Siguió sus pasos, manteniendo el más profundo de los silencios, sujetando firmemente su sombrero para no quemar su rostro con los primeros rayos del sol y mantener su tez tan blanca como la porcelana, que ya poseía. Al perderla de vista por un instante no se fijo que el camino terminaba, pero con una corazonada se percato que había un estrecho desvío y corrió más rápido para alcanzarla. Al llegar la encontró llorando, viendo al horizonte, se acerco a ella y pudo ver trece navíos con grandes velas blancas. Finalmente madre e hija pudieron encontrar la paz, luego de tanta espera, reuniéndose finalmente con tan esperado capitán.
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5ta Descenso: Flash-Back.

El tiempo:

El día  de hoy, martes, pude ver como las puertas de la iglesia se abrían de par en par, y los feligreses entraban a la fiesta del patrón Santiago, con velas de todos colores, con incienso de todos olores. Las mujeres del pueblo vestían grandes velos color blanco y negro, algunas, con típicos tapados, con muchos decorados en las orillas y en el centro, cargando a sus niños en la espalda y jalándolos para no perderlos de vista.
Cuando yo me di cuenta de lo que me perdía le dije a Carla, -Ven, acompáñame a traer el rosario, dentro de cinco días es día del patrón, quiero estar lista para esa celebración. Doña Tina ya sabe qué hacer, debe preparar los retazos, el aserrín y los moldes, la alfombra tiene que tener rosas y flores de todos los colores que tiene el adorno de la procesión. Bien decía yo, cuando me agache a hacer la alfombra, se veía la procesión venir cerca, cada vez más cerca y le dije a mis primos- Corran, rápido, que ya está en camino y no hemos terminado el adorno-. Rápido como un rayo, el día lunes había comprado Mario las rosas rojas para el adorno principal, el cual el día martes no pudimos encontrar, lo que hubiera sido imposible, ya que las había puesto tan escondidas en un rincón, que el viernes la hallamos. Todo el trabajo del día no fue por gusto, ya que pudo pasar tranquilamente en una alfombra maravillosa el Santo, que iba adornado hasta con plumas de pavorreal. Que dicha me causo terminar mi labor aquel día.