11 marzo 2012

En búsqueda de la última roca habitable

Por Carlos Vásquez

Se aproximaba el año 2000 después de la llegada Marte, aproximadamente 4500 después de Cristo según la cuenta antigua. Los últimos dos milenios nuestra civilización se ha dado a la tarea de colonizar el espacio. Desde que el planeta madre, antiguamente llamado tierra, estuviese al borde del colapso hace más de mil años, nuestros exploradores se han dado a la tarea de encontrar planetas que sirvan a la civilización con distintos propósitos. Como el transporte de nuestros gases de efecto invernadero a Marte para que el calentamiento global, antiguo enemigo nuestro, prepare las condiciones para crear otro planeta habitable, lo cual está a un par de cientos de años de suceder. O bien la explotación minera en las lunas de Júpiter. De relaciones entre países y regiones pasamos a una era de relaciones interplanetarias. Si en la antigüedad se decía que cada cabeza es un mundo, ahora aplicado a nuestros tiempos, cada cabeza es un universo. Los avances tecnológicos avanzan a pasos agigantados y es que el ineludible apetito de poder del ser humano ha encontrado en la bastedad del espacio un recurso inagotable que vuelve sus necesidades infinitas como el espacio mismo, sin embargo en las altas esferas militares se escucha el rumor que un contacto con otra civilización se ha concretado al borde de la vía láctea, y que éste ha sido con una raza superior y lo más preocupante que ven en nuestro intento de expansión una gran amenaza.

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