15 marzo 2012

El adiós



Por Astrid Ávila

¡Hola extraño!... quisiera saber porque no has escrito, ni llamado. Creo que he empezado a olvidar cómo luce el trazo de tus letras sobre el papel y cómo suena el timbre de tu voz. ¿Qué fue lo que cambio? ¿Fuiste tú, o fui yo?

El día de tu partida prometiste que la distancia iba a hacerse muy corta, pues tu presencia iba a sentirse con tu aroma en las cartas, con saludos en el teléfono, con tu sonrisa en las fotos. Pero hasta ahora todo ha sido promesas vacías, y la única forma en la que te siento es a través de los recuerdos. Recuerdos que se van esfumando como fantasmas que van viajando al más allá, y que ya no quieren volver.

Al principio quería creer que estabas ocupado arreglando asuntos de la universidad, buscando trabajo, equipando tu apartamento… en fin, adaptándote. Todas esas excusas realmente llegaron a convencerme por un tiempo, pero después de tanta espera la realidad viene a darme una bofetada en la cara, y me pide que reaccione.

No quiero tener que envejecer esperando una postal en mi buzón, pasar mis tardes al lado del teléfono, o seguir con cara de insomnio por conectarme al chat en la madrugada, creyendo que talvez el cambio de horario haga el milagro del encuentro.

Así que con esta carta me despido, porque dicen que la distancia es el olvido, y veo que en ti esa frase surtió efecto como un relámpago. También dice que el tiempo vale oro, y no quiero empobrecerme esperando por ti. Y como dice la canción: “que te vaya bonito, mis mejores deseos, que en la vida recojas lo que siembres de bueno”.

Luisa

1 comentario:

Claudia López Flores dijo...

Me sentí identificada con algunas partes del texto, me gusto mucho me hizo recordar unas cosas, te felicito :)