Por Astrid Ávila
¡Hola extraño!...
quisiera saber porque no has escrito, ni llamado. Creo que he empezado a
olvidar cómo luce el trazo de tus letras sobre el papel y cómo suena el timbre
de tu voz. ¿Qué fue lo que cambio? ¿Fuiste tú, o fui yo?
El día de tu partida
prometiste que la distancia iba a hacerse muy corta, pues tu presencia iba a
sentirse con tu aroma en las cartas, con saludos en el teléfono, con tu sonrisa
en las fotos. Pero hasta ahora todo ha sido promesas vacías, y la única forma
en la que te siento es a través de los recuerdos. Recuerdos que se van
esfumando como fantasmas que van viajando al más allá, y que ya no quieren
volver.
Al principio quería
creer que estabas ocupado arreglando asuntos de la universidad, buscando
trabajo, equipando tu apartamento… en fin, adaptándote. Todas esas excusas
realmente llegaron a convencerme por un tiempo, pero después de tanta espera la
realidad viene a darme una bofetada en la cara, y me pide que reaccione.
No quiero tener que
envejecer esperando una postal en mi buzón, pasar mis tardes al lado del
teléfono, o seguir con cara de insomnio por conectarme al chat en la madrugada,
creyendo que talvez el cambio de horario haga el milagro del encuentro.
Así que con esta
carta me despido, porque dicen que la distancia es el olvido, y veo que en ti
esa frase surtió efecto como un relámpago. También dice que el tiempo vale oro,
y no quiero empobrecerme esperando por ti. Y como dice la canción: “que te vaya
bonito, mis mejores deseos, que en la vida recojas lo que siembres de bueno”.
Luisa
1 comentario:
Me sentí identificada con algunas partes del texto, me gusto mucho me hizo recordar unas cosas, te felicito :)
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