Por Francisco Juárez:
Recostada bajo el inmenso árbol,
Cubres de tela imágenes de viento,
Mientras en este mundo oscuro yo presiento,
Que soy soñado por tus ojos y tus labios de
inmóvil mármol.
Sueño que me sueñas, rodeándote de luces
cual luciérnagas,
Que flotan cuidando tu cuerpo recostado en
hojas secas,
Creer en un mundo que presiento, ciego, a
tientas,
Caminando hacia ti, pues tu voz llama a la
distancia.
¿Cuánto tiempo has tardado en construirme?
Con materiales de trigo, hojas, atardeceres
y tiempo,
Reconozco tu llamado cuando en sueños te
contemplo,
¿Cuánto más durará tu sueño en permitirme
Contemplar el alba y el rocío? Con ojos
cerrados,
El sueño de tu amor me ha permitido
Escribir éstas líneas. Y antes que mí
sueños sean borrados,
Alzare mi vista al cielo, donde sigue
soñando el amor adormecido.
1 comentario:
Para principiar el título es asombroso. El soñado no duerme porque cuando los sueñan (el único momento en que existe) tiene que trabajar. El segundo verso es muy bello, además lo de ser soñado por tus ojos, todo desarrollándose en ese ambiente mágico y luminosamente nocturno debajo de las hojas de un árbol, hasta da gusto pensar ese lugar. El miedo a la brevedad de los sueños es palpable, pero eso es lo que les dota valor ¿no? Me gustan mucho las imágenes de este poema aunque pienso que la última estrofa está de más, no ayuda mucho, yo la quitaría, así como el "inmovil" del cuarto verso de la primera estrofa. El marmol de por sí es inmovil, no hace falta decir que está quieto, además la palabra forma una pequeña grada en el verso que hace tropezar el ritmo. "Labios de marmol" es suficiente, hace imaginar muchas connotaciones. El inmovil se las resta. Pero en sí, me gusta el poema, sólo hace falta trabajarlo un poco más, la idea es muy buena.
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