23 febrero 2012

Mi diario

Por María Fernanda Sandoval


Mi Diario
20 de Febrero del 2012.
Me trajeron un cuaderno y un par de lapiceros. Para que empiece un diario, dijeron.  Yo inicié en la última hoja con las cuentas, espero que el seguro cubra a totalidad tanta amabilidad. Tengo tres enfermeras a mi disposición,  son pocas las personas aquí, debe de ser por eso. Han ya una semana y no entiendo por qué aún no me dejan salir. Es un milagro mi pronta recuperación, sí.  ¿Cuántos exámenes se necesitan para entenderlo y terminar con estos innecesarios tiempo perdido?

22 de Febrero del 2012.  
Por fin me pude ver al espejo, esperaba encontrarme enfermo y pálido. Soy el mismo de siempre, incluso gané peso, deben ser la rica comida de esta mujeres.  Si soy sincero las extrañaré, no me sentía tan cuidado desde mis ataques de asma en la niñez.  Mañana ya puedo salir, pero el doctor Jiménez me exigió regresar pronto con mi encefalograma.  Si no tengo ningún hueso roto, y me siento de maravilla no entiendo por qué insisten en los exámenes. Lo único que espero es la hora en salir de acá, tantos ojos en mí me ponen nervioso. 

25 de Febrero del 2012.
Los amigos sirven para divertirse, para bromear, para sacar lo salvaje de vez en cuando. Desde hace tiempo pensé que yo me había quedado sin ellos. Pero hoy celebraron conmigo la recuperación. Con tragos, cigarros y risas, como en los viejos tiempos. Estaba allí todo el grupo de secundaria y Paulita, mi secretaria, que resultó siendo novia de Jorge. Quedaron estupefactos cuando les conté con exactitud lo que pasó. Paulita incluso lloró cuando le mostré la página del periódico. La buena Paulita, Jorge tiene suerte.

01 de Marzo del 2012.
Hoy fue día de recibir llamadas. Mis hermanas angustiadas, no dejaron de preguntarme cómo me sentía. Quedé en verlas pronto, pero sé que no será así. Luego mis tíos, hermanos y hermanas de padre y madre, no me recordaba que eran tantos. Todos, llamaron para felicitarme, para darme ánimos.  Tantos años después, ¿qué los hizo acordarse de mí? Acaso les recordé a ellos. No morí de la misma manera, no los necesite cuando ellos se fueron y era un niño, menos quiero verlos ahora siendo un hombre.

12 de Marzo del 2012.
Sentí que volvía a verla. Su pelo lacio, oscuro y largo. Sus manos frágiles y temblorosas, su tono de voz. Alguna vez vi en la televisión que hay  siete rostros parecidos en el mundo, el de la muchacha que vi hoy y el del recuerdo que guardo de ella son idénticos. Lo del documental es una buena teoría.  Me asusté al principio, también debí asustarla. No todos los días una cajera de banco te recuerda tanto al pasado.  Espero soñar esta noche también con ella, cinco años no han sido suficientes para olvidarla.  Y una vida no me alcanzará para perdonar a quién la mando a otro lugar.  

13 de Marzo del 2012.
Hoy por fin regresé al trabajo, no parecieron notar mi ausencia. Entré a la oficina y me tope con muy pocas sonrisas de bienvenida, solo Paulita con el café de siempre en mi escritorio me hizo sentir querido.  La cantidad de cosas por hacer es mayor, es lógico. Pero últimamente el tiempo pasa lento, lo tengo a mi favor, me alcanza para todo.

17 de Marzo del 2012.
La gente cada vez está peor no contestan los saludos, no se ayudan entre sí. Todos están tan ocupados en sus actividades, a mí el accidente me hizo desocuparme un poco.  Estar tan cerca del abismo te obliga a verlos, a dejar por un momento de concentrarte en ti. Todos corren, ocupados en llegar a tiempo, en aprender, en adelgazar, en llegar a ser lo que se propusieron ser. Y nadie reflexiona sobre el por qué estamos aquí, nadie quiere notar qué somos en este momento. 

20 de Marzo del 2012.
Hace mucho tiempo no era feliz después todo. Cuando se fueron mis padres odié al mundo, a mis padres por dejarme solo, a mis hermanas por no cuidarme y a mis tíos por no haber muerto ellos. Pero  tú me regresaste a la realidad, mi muchacha de pelo largo, mi efímera alegría. La única persona que me ha amado y que he amado. ¿Tú también tenías que morir? Una noche de fiesta, una bala perdida, un último suspiro. Y ese fue tu final y el mio. Porque tu te fuiste, me dejaste aquí perdido, sin entender que seguía haciendo entre ellos. Ahora entiendo lo que decías. La fuerza la encuentro en los demás, así como me enseñaste a encontrar fuerzas en ti.  Necesito el café de Paulita que me hace sentir bienvenido, a mis amigos que siempre han estado allí aunque yo haya querido verlos, a mis hermanas, a mis colegas, de las señoras que contagian su risa en los parques. Nos complementamos, y les pertenezco. Necesite cinco años  sumido en el rencor, un accidente y un milagro médico para lograr descifrar lo que quisiste enseñarme. Donde quiera que estés te doy las gracias.  

Fecha desconocida, al final del diario donde alguna vez escribí lo que pagaría en total el seguro.

Comprendí el porqué del Diario. Pero las dudas siguen en mí; ¿Cuándo termino de escribir? ¿Cuándo vuelvo a ver a los que se fueron? ¿Dónde estoy? ¿Hace cuánto tiempo morí?


1 comentario:

JuLio Urízar dijo...

Este texto me parece bien interesante y completo. Sin decir mucho nos pone toda la realidad, las relaciones, el trabajo, la vida de este personaje extraño que escribe como desde un lugar lejano. POco a poco vamos descubriendo que tuvo un accidente y finalmente, de que está muerto. Creo que fuiste bien original en utilizar la forma del diario para escribir este texto. Haberlo escrito de otro modo, como un texto normal, tal vez no hubiese tenido el efecto que tuvo así. No es que sea una tema muy original. ALguien que está muerto y que no lo sabe. Pero está bien logrado el diario y nos sumerge en lo que fue la cotidianidad de este personaje y en su mismas dudas de no sentirse tan vivo como los demás.