Por Francisco Juárez
Breves
apuntes de un diario:
Día 1.
Al abrir mis ojos me encontré
entre un inmenso jardín, rodeada de seres y colores nuevos comprendí que todo
cuanto veía me era desconocido, mi cuerpo me
parecía ajeno, posé mis manos sobre mi rostro tratando de imaginar mi
apariencia, pero fue difícil adivinar los detalles.
Decidida, me interne en el
inmenso bosque que me rodeaba. A la distancia, después de haber viajado lo que
el sol tarda en viajar del horizonte al techo de la inmensa cúpula celeste, lo
divisé. Sorprendida corrí a su encuentro, al estar frente a frente, al unir
nuestra mirada descubrí los detalles de
mi rostro en el reflejo de sus ojos.
Día 2
Mucho tiempo ha transcurrido,
cuantas generaciones, cuantos pasos he debido entregar a la tierra. Bajo el
alto sol de los obeliscos mi cuerpo se resguarda, nos hacen trabajar desde el
amanecer hasta la puesta del sol. Nos obligan a fabricar ladrillos, a tejer sus
ropas y los látigos con los que nos
castigan. Madre está muy enferma, apenas tenemos pan y agua, muchos dicen que
el faraón nos dejará en libertad al terminar la construcción. En las noches
lloro a mi esposo muerto y bebo el silencio que me permite vivir un día más.
Seré libre algún día, yo lo sé.
Día 3
Cada día que transcurre parece el
mismo, no importa tanto la realidad. Lo que importa es el llamado que he
recibido, empuñando mi espada guiaré a Francia a la libertad. No lloraré más,
seré libre al fin. Dios lo ha querido.
No me lo permiten, me tachan de
hereje, en éste momento viajo a la hoguera. Mi voz se apagará entre los gritos
de ésta multitud.
Día 4
¿cómo es el mundo en el que vivo?
Es un mundo cargado de orgullo y prejuicio.
Día 5
Mi padre y mi madre trabajan como
vendedores ambulantes, apenas tengo trece años y soy su única hija. Me preparo
para ir a la escuela. Deseo tanto ver a mis amigos y amigas, a la profesora
Chuang que me permite leer en su regazo cuando me siento triste. Me siento tan
feliz viviendo en Nagasaki. Quisiera ser profesora cuando crezca.
Día 6
Hace pocos días mataron a mi hermano en la plaza de las tres culturas,
¿quién sabía lo que iba a suceder? Mi madre también estaba allí, en Tlatelolco,
algunos dicen que vieron como un grupo de militares la subieron a un camión. Yo
únicamente recuerdo las luces de bengala que cayeron del helicóptero, recuerdo
los primeros disparos. Corrí por mi vida, corrí por la vida de tantos otros.
Día 7
Mi corazón está roto, ha pasado
el tiempo y sigo viendo al vacío. Los días en Nebaj son muy tristes, no podemos
pedirle perdón a la madre tierra para cultivar nuestros alimentos. Ahora los
militares son quienes entierran nuestros huesos.
Tengo ocho meses de embarazo. Se
lo que a otras en mi mismo estado les ha sucedido, he escuchado sus gritos
entre el monte.
Se que nuestra voz seguirá aquí
pues la vida está en nosotras, tal vez al estar al lado de mi esposo bajo la
tierra pueda ver sus ojos por última vez y descubrir, nuevamente, los detalles
de mi rostro, uno al lado de otro, siempre juntos.
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