22 octubre 2011

Una pequeña fábula

Por Carlos Vásquez

Franz Kafka

Ay! -dijo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.
-Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió.

Catalogado como existencialista Franz Kafka demuestra de nuevo su estilo particular de escribir como lo hizo en la Metamorfosis, que es parte de la Literatura Tradicional Universal. Leyendo e investigando un poco, he visto un interesante debate entre quienes ubican sus textos como modernistas o como realistas mágicos, esto debido a la expresión repetitiva de las ansiedades y alienaciones del hombre del siglo XX

3 comentarios:

Maria Fernanda Del Aguila dijo...

Me parece que en esta pequeña fabula Kafka presenta la menera en la que muchos seres humanos se dejan deborar por el mundo, dejando pasar su vida sin un camino definido y al encontrarse atrapados y sin salida se dan cuetna que lo unico que debian hacer era cambiar el rumbo a mejores decisiones.

JuLio Urízar dijo...

Kafka! No sé por qué me emociona leer a alguien que me dejará sin lugar a dudas un mal sabor de boca, no por que escriba mal, escribe genialmente, sino porque te deja pensando y sus letras son capaces de traspasar toda esa angustia al lector. Nunca había leído este cuentito. Esa pequeñez, ese sentirse insignificante en medio del mundo es una sensación intensa. Y más si el narrador se compara al bicho que siempre ha caracterizado su literatura, sea rata, como ene este caso, o cucaracha. Lo onírico de este cuento es otro efecto que le añade perturbación, porque hay sueños extraños que uno nunca se sabe explicar y eso es más angustiante todavía. Pero a veces la explicación puede hacer más daño todavía. Lo curioso es que en este cuento al ratón el mundo se le haga pequeño, es decir, no deja de ser uns ser dimininuto pero ya no se enfrenta a lo misterioso de un gran mundo, sino a las certezas de ese mundo, hay temor de que ya no haya temor ante lo inexplicable, hay temor de que todo tenga de pronto una explicación y aún así uno siga siendo, de todos modos, una cucaracha.
No sé por qué pero empiezo a sospechar que Kafka y Arévalo Martinez tienen mucho en común, hasta utilizan el recurso del pzicozoomorfismo!

Carlos dijo...

Gran casualidad Julio, el cuento que me disponía a colocar esta vez era "El Hombre que parecía un caballo" de Arévalo Martinez. Creo que ambos ven en la conducta humana un gran parecido a la animal como si tuviesemos alguna naturaleza salvaje o primitiva en nuestros adentros