17 octubre 2011

Elecciones en Guatemala

Por Julio Urízar


Hay cuentos que tienen el efecto de provocar en el lector una carcajada culpable. Quizás se debe a que hacen aflorar el humor de algo que no está para darnos risa. Fragmentos de amor, guerra, imaginación, ternura, crisis sociales y de fe, ironías transformadas en ocurrencias fugaces, breves y superficialmente agradables, simpáticas, aunque en el fondo algunas no lo sean, los cuentos, no-cuentos e ingeniosidades de Marco Augusto Quiroa (1937-2004) son un rescate del lenguaje popular guatemalteco y una demostración no académica de una literatura cuyos “defectos” son su valor primordial. Irreverente, crítico y mordaz, casi picante, el “gato viejo” es considerado uno de los referentes de la plástica guatemalteca de fines del siglo XX. Miembro fundador del grupo de pintura la Vertebra, también lo fue del grupo literario La Rial Academia, surgido en 1983 no con el objetivo de ser una burla de la Real Academia Española sino, en sus propias palabras, para “decir que aquí hay una real academia, pero de barrio”. La prosa de Quiroa arroja chispazos de imágenes y metáforas originales. Su narración, llena de agonías e ironías, se ve de pronto, en el momento
menos esperado, cargada con una sutileza, acaso destellos del pintor que fue mucho antes de ser escritor, como si fueran pinceladas en medio de las letras. Su obra fue escasa y aún hoy es poco conocida, entre ellas figura Gato viejo, Receta para escribir un cuento y otros cuentos; Doña Mazacuata y otros animales, El hombre de la máscara de palo y Semana Menor, su primer libro, ilustrado por él mismo, el cual sería premiado en 1984 como mejor publicación del año por la Asociación de Periodistas de Guatemala y al cual pertenece el cuento presentado, muy apropiado para estos días en que al país pareciera olvidársele que esta historia ya la vivió muchas veces.


ELECCIONES EN GUATEMALA


Miércoles, el año que ganó el mejor.

Los candidatos a la Presidencia de la República van de pueblo en pueblo repartiendo sonrisas y apretones de mano. Hablan en los mítines desde quioscos floridos cosechando aplausos y vítores de sus simpatizantes y el respetuoso silencio de los contrarios. Prometen construir puentes sobre ríos torrentosos; escuelas, gimnasios y hospitales para cumplir con la vieja máxima de “mente sana en cuerpo sano”, calles pavimentadas, caminos asfaltados y donde haga falta parque con glorieta sembrada de enredaderas de reseda, arriates de rosales y hierba del pollo y en un lugar especial viendo hacia la Alcaldía el busto de Tata Rufo al que sólo hablar le falta.
La gente les cree, son hombres de palabra.
Participan en debates, mesas redondas, teleforos y dialogan amistosa y cordialmente con sus rivales sobre los problemas del país enfocándolos de manera realista y pragmática.
Sin demagogia, sin alzar la voz. Las multitudes desfilan por las avenidas vivando a sus candidatos mientras los militares en sus cuarteles miran por las troneras, alejados del mundanal ruido, y se dedican a las actividades propias de la milicia: limpian y aceitan sus armas, lustran las botas y practican sus marchas de sol a sol, hasta que todos levantan las piernas al mismo tiempo, igual a las coristas de Radio City en Rockefeller Center. Al día siguiente de las votaciones y conocidos los cómputos, los derrotados se apresuran a felicitar al triunfador y brindan por la eficiencia del sistema democrático.
¡Y santos en paz!
No hay bochinches, ni violencia, ni golpes bajos. Ni vencedores, ni vencidos.
En las calles las marimbas tocan sones alegres y hay abrazos mojados por lágrimas de alegría. Ya se formó un comité de vecinos que recoge firmas en barrios y colonias, asentamientos y multifamiliares, para pedir al Congreso Nacional que reduzca el periodo presidencial a dos años, de manera que el pueblo pueda gozar con más frecuencia de esta fiesta cívica y no haya que esperar largos cuatro años, hasta marzo de 2086.
Amén.

Bibliografía: Quiroa, Marco Augusto, Semana Menor. La Rial Academia, Guatemala, 1994.
(imagen tomada de literatura guatemalteca.org)

3 comentarios:

Francisco Juárez dijo...

Haciendo alusión a Nietzche pareciera que en ocasiones el eterno retorno es real, y la historia del hombre está confinada a una serie de repeticiones que perpetuarán nuestros actos y pensamientos a un circulo eterno. Así Marco Augusto Quiroa podría escribir nuevamente su cuento en la actualidad sería una repetición de la A a la Z. Cabe resaltar cuan hermosa es la ironía y el sarcasmo en la parte final del cuento, es como un guiño del autor queriendo decir todo lo contrario.

sara dijo...

¡Cuanto sarcasmo! Me gustó el cuento, me hace pensar que debo leer más escritores guatemaltecos. Es bastante apropiado para la situación actual de nuestra Nación, ojalá en serio no hubiera demagogos como los presidenciables que debemos elegir este año.

Maria Fernanda Del Aguila dijo...

Debo decir que este cuento me parecio interesantisimo, no se si tomarlo como sarcasmo o como la ilusion del autor a que asi fuera realmente el proceso electoral en nustro país.

Seria bueno que nuestros "queridos" candidatos se tomaraon unos minutos para leer y analizar este cuento, y trata de poner en practica lo que aqui se menciona. Pues unas elecciones deberian ser eso, una Fiesta Civica donde se celebre que el futuro de nuestro pais sera mejor.