20 octubre 2011

La niña calva

 Por Alejandra Fuentes

 La niña calva
Jorge Franco



Ya me había acostumbrado a que nada pasara hasta esa noche en que vi luces y escuché música que venía de la casa abandonada.
- Hay gente adentro!- exclamé desde mi ventana.
No era una alucinación ni un espejismo, eran luces de bombillos y canciones de radio. Todos lo comprobaron apenas se asomaron. Como éramos los vecinos de enfrente, me sentí con la autoridad de convertirme en el vigía, en el informante oficial de lo que sucediera en esa casa, donde hace muchos años ocurrió una tragedia.

La verdad es que nadie fue testigo de nada, ni siquiera los más viejos dan fe de algún muerto. Dicen que después de un tiempo notaron que la casa estaba vacía, que nadie entraba ni salía y que alguien llegó una vez con el cuento de la desaparición de su dueño.
La historia, entonces, se fue deteriorando como la casa, al igual que a los muros se le comenzaron a caer pedazos y cambió de aspecto como si también se le hubiera trepado la hiedra. Cuando la historia llegó a mí, ya se decía que un hombre había matado a una mujer por amor y que después se había pegado un tiro, abrazado a ella. Nadie juraba haberlo visto pero tampoco se desmentía la versión.

En la mañana me fui a buscar algo distinto a lo que habíamos visto y oído la noche anterior. La luz del día me dio valor para acercarme aunque el reflejo en los vidrios no me dejó ver hacia adentro. Todavía no me atrevía a pegar la nariz en las ventanas ni la oreja a la puerta. Cuando me di vuelta para retirarme, me llamó una voz desde la casa: - Oye tú, oye tú! Era la voz de un niño. Yo seguí de espaldas, temblando, dudoso de si era a mí a quien llamaba: sí, tú, dijo otra vez. Me di vuelta y no vi a nadie, no sabía desde donde me hablaban.

Tú, tú, tú -dijo y yo me señalé para comprobar si era a mí a quien requería. -Sí, tú, acércate -me pidió.

Di unos pasos hacia la casa, lentamente y con miedo, mirando a todos lados, sin ver a nadie, sin saber de dónde salía esa voz.

- Dónde estás? -le pregunté cuando estuve cerca.

-Aquí -me dijo.

Es un cuento bastante simple ganador del concurso literario TERMINEMOS EL CUENTO, lo leí cuando tenia 15 años y me encanto, esta escrito por Jorge Franco nacido en Colombia, miembro del Taller literario de la biblioteca Publica Piloto, Medellín y del Taller de Escritores de la Universidad Central, y ha sido galardonado con el Premio Internacional de Novela Hammett 2000, Gijón, con la obra Rosario Tijeras, su escritura es muy simple y en realidad no es un escritor común, pero su cuento me gusta lo conocí leyendo el libro Terminemos el Cuento, escrito por todos los autores ganadores del 3er Premio Internacional de Literatura, en el encontramos variedad de historias pero la que mas llama mi atención es la niña calva, este libro contiene cada historia escrita en dos partes una escrita por el autor original y la otra escrita por alguien que quiso terminar el cuento la verdad es muy interesante porque con este libro pude darle el final que yo quisiera a cada cuento que lei, por eso no puedo ni siquiera dejar de leer una que otra de sus historias que se convirtieron en favoritas para mi.

4 comentarios:

Astrid Avila dijo...

Me llamó mucho la atención este cuento porque deja la incógnita de saber que pasó al final, por lo que deja volar la imaginación para crear un final propio, del que podrían haber miles de versiones distintas.

Francisco Juárez dijo...

En mi imaginación el niño le habla por debajo de la puerta. Es muy divertido poder ser parte del cuento ya que da la libertad de imaginar el desenlace del mismo. De entre tantas curiosidades del mundo literario recomendaría Rayuela de Cortázar. Más que una curiosidad es una obra maestra de la imaginación.

Maria Fernanda Del Aguila dijo...

Debo decir que esta obra me parece muy buena, pues le permite al lector participar activamente en el final del cuento, le da al lector la libertad de crear su propio final, de utilizar su imaginación.

JuLio Urízar dijo...

-¿Dónde?
-¿No puedes verme?
-No
-Entonces vete.
Me aleje unos pasos ante aquella contestación. Pero la curiosidad fue más fuerte que las intenciones de salir huyendo lejos de esa voz tan dulce y fantasmal.
-Si sales podré verte.
Pero nunca volvió a dirigirse a mí.
Hoy, años después, regreso a esta ventana.
Hay un rumor adentro. Las luces vuelvena estar encendidas. Toco la puerta. Una niña, sin pelo, aparece por detrás.
-¿Si?
Su voz es igual a la de aquella vez. Pero ya no soy un niño. QUpe va, cómo podría ser, esas son fantasías.
-No, nada, nada. Creo que me confundí de casa.
Y la puerta se cierra otra vez. Esta vez para siempre.



(Este fue mi final, fue divertido, gracias por presentar a escritores nuevos!)