ARCOS ROMANOS
En la grandiosa iglesia romana se aprietan los turistas
En la penumbra.
Cúpula abierta tras cúpula y sin panorámica.
Algunas llamas de cirios titilan.
Un ángel sin semblante me envolvió
Y me susurró a través de todo el cuerpo:
“No te avergüences de ser persona, ¡sé orgulloso!
Dentro de ti se abre cúpula tras cúpula infinitamente
Tú nunca estarás completo, y así es como debe ser.”
Yo estaba ciego de lágrimas
Y fui empujado a la soleada piazzan
Junto a Mr y Mrs Jones, Herr Tanaka y
Signora Sabatini
Y dentro de todos ellos se abrió cúpula tras cúpula infinitamente
-Tomas Tranströmer-
Este poema de Tomas Transtromer ma ha gustado mucho por la manera cómo narra acerca de la Iglesia y, desde un punto de vista crítico, puede tomarse como un juicio hacia lo turístico que hoy en día se ve en las Iglesia romanas, dejando por un lado el aspecto religioso y enfocándose en el comercio. Así, llamé a la Musa, quién me dictó estas palabras:
Vetusto templo de sonoro canto,
que ora cual murmullo de jubiloso peregrino.
Los ecos que retumban, se acallan lacerados,
de venablos que significan;
de vocablos que cortan.
Altar recóndito, dosel de cielo
que al cielo esconde en ebúrneo pecho.
Y la oración seguía palpitante,
por lúciferos ataques de negros cirios.
"Brío y garbo te nacen, alma en pena,
no peques más por ignorancia"
díjome el angel, bañado de plumaje,
y llorando el alba refulgente.
Miraba y no veía, obsecado de alma.
Los trompicones, sus escudos, me sacaron
del nido de ambrósia.
Llegué con Juan, Pedro y María, homónimos acaso.
de apellidos Perez, Reyes y López.
Y la Iglesia decaía, y el templo seguía llorando.
que ora cual murmullo de jubiloso peregrino.
Los ecos que retumban, se acallan lacerados,
de venablos que significan;
de vocablos que cortan.
Altar recóndito, dosel de cielo
que al cielo esconde en ebúrneo pecho.
Y la oración seguía palpitante,
por lúciferos ataques de negros cirios.
"Brío y garbo te nacen, alma en pena,
no peques más por ignorancia"
díjome el angel, bañado de plumaje,
y llorando el alba refulgente.
Miraba y no veía, obsecado de alma.
Los trompicones, sus escudos, me sacaron
del nido de ambrósia.
Llegué con Juan, Pedro y María, homónimos acaso.
de apellidos Perez, Reyes y López.
Y la Iglesia decaía, y el templo seguía llorando.
1 comentario:
BUeno, no creo que sea una crítica a los turistas. BIen es cierto que los turistas son una amenaza para el patrimonio de cualquier lugar. Mas bien me parece que Transtromer ensalza al creyente, el cual, en medio de la marea de turistas, aunque esté en la populosa San Pedro, Notre Dame, la basílica de Guadalupe o la de Esquipulas, cosigue esa conexión de fe, y así se abren las cúpulas tras cúpulas infinitamente (preciosa imagen). Tú nunca estarás completo y así debe ser (más que religioso es filosófico, pienso yo).
En cuanto a tu poema siempre me ha gustado la musicalidad con la que trabajás, no hay rima pero aún así tiene un ritmo interno. "De venablos que significan, de vocablos que cortan" "Altar recóndito, dosel de cielo, que al cielo esconde en ebúrbeo pecho" dos paralelismo que me parecen bien logrados. Me encanta lo del ángel bañado en plumaje y el alba llorada refulgente. Me gusta como trasladás el mismo caso de una iglesia en Roma a una iglesia de aquí. PEro insisto, al verdadero creyente la iglesia (el templo, la arquitectura) (y pienso que la iglesia en sí, pero eso ya es tema para discutirlo) son lo que menos importa ¿no?
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