27 octubre 2011

El Príncipe encarcelado

Por Carlos Vásquez


Y entre aquél silencio se hoyó una carcajada seguida de un festejo, el juego al que los carceleros le dedicaban su tiempo daba un nuevo ganador. Suficiente despiste para que aquellos espadachines consiguieran su ardid. 

De entre las sombras aparecían como gacelas de la noche escurriéndose entre pasillos y escaleras llegando por fin a la celda del condenado y con maestría el candado fue burlado. Si la entrada fue como el relámpago la salida fue como el trueno, sí como el trueno, porque tremendo escándalo hizo el último de los rescatadores cuando doblando en la última esquina en la cola del soñoliento gato se ha parado y con tal estruendo por las gradas ambos han rodado. Semejante traqueteo en medio del silencio sepulcral de la madrugada ha alertado a los guardias que dejando el juego por un lado corren apresurados a dar la alarma porque probablemente un preso se ha fugado.

Se encienden las antorchas y el sheriff a cargo del centro carcelario terminando de ponerse las botas de su cuarto sale vociferando: “Que cierren todas salidas”!

Pero tarde era ya, la fuga se había consumado dejando en el lugar un gran alboroto. El preso más importante de aquella fortaleza había escapado. Un condenado a muerte, en su última noche de vida por unos amigos rescatado pospondría su encuentro con el juez eterno. 

Y es que aunque en aquél entonces la ley se aplicaba con mayor dureza, y las filas de condenados a graves penas eran casi interminables, este reo recién fugado no era cualquier delincuente, su ejecución había sido ordenada por el mismo Rey avalada por el clero y su séquito. Una amenaza verdadera al reino entero. En realidad amenaza al reinado de aquél Rey de dicho reino. Pues el avaro mandatario luego de la muerte de su misericordiosa esposa sumido en el ansia de poder ha quedado.

Y mis queridos amigos para que entender de mejor forma esta historia puedan es necesario que corrija mi mala educación contando el principio de esta historia. Un joven rey asumía el poder, una herida de cruenta batalla enviaba a su última morada al viejo monarca. Su adolecente hijo tomaría el mando de una nación que
se encontraba en medio de una guerra que amenazaba con acabar con la forma de vida de aquella región. Los pobladores y dirigentes de los ejércitos temían que su falta de experiencia jugara en contra de los intereses del reino. 

Sin embargo su atrevimiento en el terreno de combate llevó a retroceder a las líneas enemigas, a que otros pequeños reinos, provincias y comarcas bajo un mismo escudo lucharan y a ganar hasta la última batalla. Al cabo de poco tiempo la paz se respiraba en la región y el viejo reino había multiplicado su tamaño.
Entonces el rey contrajo nupcias con una doncella de uno de los pequeños reinos aliados, una princesa hermosa como ninguna. 

El rey la amaba de eso nunca hubo duda, fruto de ese amor nació un fuerte varón, la alegría de la entera región. Sin embargo los costos y menesteres de gobernar un reino de gran tamaño involucraron al gobernante cada vez más en su trabajo y lo sumieron en la insensibilidad oprimiendo a su pueblo cada vez más. El joven príncipe tomo lo mejor de cada padre, poseía el porte y liderazgo de su padre así como el carisma de la reina. Poco a poco con caridad y diligencia fue ganando la simpatía del común mientras el rey continuaba perdido en los malos consejos de nobles de malas intenciones que dañaban de forma incurable su
imagen.

El rey dándose cuenta de lo que ocurría, vio a su hijo como contendiente al título, entonces temiendo una revolución, un golpe al poder, arrebatadamente decide enviarlo al mando de una fuerza armada que llegaría a apoyar un intento de aniquilar una lejana amenaza. El padre esperaba que el hijo muriera heroicamente
de forma fortuita en el cumplimiento del deber.

Fuerte y efusiva despedida, como algún día su valeroso padre lo hiciera, la real descendencia a defender el honor de la patria como tradicional legado de aquellos que nacieron para hacerse cargo. Los pobladores con lagrimas en sus ojos le deseaban suerte al príncipe y esperaban ansiosos su regreso, regreso del que tenían mucha esperanza ya que su prometida lo estaría esperando en casa de sus padres por lo que la vuelta del joven caballero representaría una boda real, una gran fiesta que desde hace más de 20 años no se daba en aquél lugar.

Pasaron algunas semanas y la reina comenzó a sufrir de salud quebrantos, cosas normales dijeron los médicos y curanderos reales, de cualquier forma los padecimientos empeoraron y en poco tiempo el castillo y el reino entero se vio envuelto en el riguroso duelo. Algunos dicen que la bondadosa reina murió de tristeza por la ausencia de su hijo, algunos otros que decidió morir para desde el cielo proteger a su retoño en la dura batalla que estaría por librar en lejanas montañas.

Días más tarde llegan noticias desde las lejanas tierras montañosas, y para terminar de ajustar eran malas nuevas.

La guerra se perdía, las desventajas de soldados eran incalculables. Ese momento fue aprovechado por el rey, quien anunciaba oportunamente la muerte de su hijo. El pueblo confiado en la veracidad de la noticia dada por el mismísimo soberano quedó sumido en una profunda y mortal tristeza, una gran tragedia sus protectores se encontraban con el creador, ya nadie podía procurar por su bien.

Se decretaron 60 días de duelo, las fiestas estaban prohibidas y nadie podía realizar actividad alguna, el reino entero parecía por momentos un pueblo fantasma.

Llegado el día 61 el rey decretó un día de fiesta, un día en el cual la tristeza era  erradicada por decreto, un nuevo régimen sería instituido, nuevos y mejores días eran anunciados, el gobernante proclamaba sus nupcias con la prometida de su fallecido hijo, para según él mantener el real linaje.

Este suceso sería el inicio de un cambio de medidas en todo el reino, cosas malas a decir verdad, ya que los impuestos serían elevados a niveles ni siquiera imaginados, ni en los mismísimos tiempos de guerra, el pueblo veía como los sueños de grandeza de un rey se convertían en la tiranía de un emperador.

Un buen día, justo en la semana previa a la boda real, un mensajero o más bien un centinela del rey llegó con la noticia de que su hijo, el príncipe supuestamente abatido, se encontraba convaleciente en un convento cercano a las fronteras del reino, y que estaba a un par de leguas de llegar a la provincia más cercana. De inmediato el rey envió a la caballería real a todo galope, esperando así que nadie se diera cuenta de la milagrosa presencia del querido príncipe.

Justo cuando el joven se encontraba a pocos metros de la puerta grande de la comarca, aquella que da para el nacimiento del sol y por la que un día pasase su victorioso padre luego de haber triunfado en la gran guerra, disponiéndose con suma alegría a encontrarse con los suyos y regresar a su tierra, la caballería imperial en lugar de un recibimiento digno y adecuado lo ha arrestado con gran brutalidad.

Algunos habitantes, testigos lejanos de lo acontecido, asombrados comenzaron a sacar conjeturas y es que aunque las leyes se aplicaban con duma crueldad jamás la caballería imperial había acometido en contra de un delincuente con semejante uso de la fuerza.

Y así la historia comienza a tomar sentido, ya sabrán de la identidad del rescatado prisionero, y por lo tanto comprenderán de la importancia de que supone que lo salven de su condena.

Para la próxima entrega prometo el resto de la historia, de cómo surge el rumor de que el valeroso príncipe aún vive, del rescate y sus desventuras, y de cómo termina la historia. Creerán quizás que es predecible pero sorpresas seguramente se llevarán.

2 comentarios:

JuLio Urízar dijo...

Empezar el cuento por el nudo me parece un buen gancho para invitar al lector a seguir leyendo.
Me parece simpática la narración, en algunos párrafos hay varias rimas. Es verdaderamente muy juglaresco. En otras partes me da la impresión de que es un poco cervantino y es el Quijote o uno de los tantos personajes del quijotes quien está contando esas laaargas historias que se meten entre la suya y a veces llegan a cansar un poco por que se camina y se camina sin llegar a ningún lugar y uno se aburre, por eso creo que el que hallás empezado por la mitad lo salva de haber sido un poco aburrido. Fue un buen recurso.
Y sí, me parece predecible, así que espero sorpresas, conste.

Carlos dijo...

Gracias y ps la verdad no será tarea fácil, pero haremos el mejor intento!