Por Carmen Ovalle
Y comienza un
nuevo día. El día es un invierno en las calles, camina y camina sin
saber a dónde ir. Con los mismos tics, el mismo caminar, el mismo escritorio en
la oficina. Hablaba…sí hablaba y
escuchaba únicamente el eco por el vacío de una habitación, tendía a
confundirlo como si fuese un compañero quien le respondía.
Ya entraba la noche, la esperaba con ansías, pues lo
único que podía consolarlo era escuchar el llanto de la Llorona cerca de las
calles donde vivía. Para él era lo único real. Después de un largo día sentía
que dormir era morir por el frío de la soledad que sentía por escuchar el
silencio. Así podía comenzar al siguiente día a vivir otra vez esperando que
ella, él o ellos dieran respuesta alguna a sus abundantes palabras.
No se explicaba por qué los árboles, los grillos, las
flores hablaban más que los miles de personas que sólo dan respuestas vacías a
las tantas cuestiones de la vida.
1 comentario:
Me parece interesante e tu texto encontrar coo la realidad de todos los días se vuelve lo irreal y lo que es mágico, como la Llorona, es eso que el personaje necesita para renovarse cada día pues en lo plomizo de sus días ya no hay nada que le sorprenda, nada nuevo, todo gris, rutinario y sin sentido.Me hubies gustado leer un cuento más desarrollado. Es un gran tema.
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