Por Ástrid Ávila
Eran las 5:00 p.m. del Lunes
Santo, cuando me encontraba en el aeropuerto de Guatemala junto a mi familia,
esperando a que fuera la hora de abordaje del avión que nos llevaría a la
ciudad de México. Intentando matar el tiempo, recorríamos las tiendas del “Duty
Free” del aeropuerto, probando los exquisitos olores de fragancias nuevas,
viendo los relojes de todas formas y colores, o simplemente quedando
boquiabiertos con los exorbitantes precios de algunos productos. Tan entretenidos
estábamos que en un abrir y cerrar de ojos, ya había llegado la hora de abordar
el avión.
Todo fue muy bien durante el
vuelo, y se pasó tan rápido que no pude ni terminar de ver la película que
estaban transmitiendo en el avión.
Cuando el piloto estaba en la
fase de descenso se podía ver cada vez con más claridad la iluminación de la
enorme e impresionante ciudad. Jamás había visto una ciudad tan iluminada por
la noche.
Después del aterrizaje, recogimos
nuestro equipaje, cambiamos algunos dólares por pesos y tomamos un taxi que nos
llevó hasta el hotel. El hotel era bastante bonito y acogedor, por lo que al
obtener las llaves de las habitaciones, fuimos directo a la cama.
La mañana del Martes Santo, el
despertador sonó a las 7:30 de la mañana, pues todos debíamos estar listos y
desayunados a las 9:30 a.m. para tomar el turibus que nos llevaría a los sitios
turísticos más importantes de la ciudad. Así que después de haber tomado un
suculento buffet mexicano nos dirigimos a la estación más cercana para tomar el
turibus, el cual tenía dos niveles, y el segundo nivel era al aire libre para
que se pudieran observar mejor los monumentos y sitios importantes. Este
recorrido duró tres horas y media, parando en algunos puntos importantes como
el Zócalo, la Catedral, El Palacio Nacional, El auditorio Nacional, El Bosque
de Chapultepec, el Museo Soumaya, entre otros. Al final del día sentía que me
había quedado sin pies de tanto caminar y, después de cenar unos tacos de nopal
asado, y otros de alambre de queso, todos fuimos a dormir profundamente.
El Miércoles Santo, nuestro día
también empezó desde muy temprano, pues los planes para esta mañana eran
visitar la Villa de Guadalupe, en donde se encuentra la Basílica de la Virgen
de Guadalupe y el cerro del Tepeyac, en el cual se le apareció la Virgen María
a Juan Diego, para q ue le pidiera al
obispo que en ese lugar se construyera una iglesia. Al llegar a la Villa al
primer lugar al que entramos fue la Nueva Basílica, en donde se encuentra la
imagen original de la Virgen de Guadalupe en el manto de Juan Diego. Luego
visitamos la Antigua Basílica, de donde fue trasladada la imagen de la Virgen,
pues la Basílica se estaba hundiendo poco a poco, motivo, por la cual esta
iglesia se miraba torcida. Al sonar las campanadas de las 11:00 justo en el
medio de la Villa, había un reloj que narraba la historia de aquel lugar por
medio de figuras animadas. Fue realmente interesante escuchar la historia y ver
la creatividad de las personas para atraer la atención de los turistas. Por
último subimos al cerro, en donde se encontraba otro templo, y desde donde
pudimos ver gran parte de la ciudad desde arriba, además de eso pudimos
observar una capa de smog que cubría la ciudad, aunque esta ya no estaba tan
densa como en otros tiempos.
El resto de la semana continuamos
conociendo lugares muy bellos como el Castillo de Chapultepec y la casa donde
vivió Frida Kahlo con Diego Rivera, y otros lugares más alejados de la ciudad
como Cuernavaca. Realmente cambió mi percepción sobre la ciudad de México, pues
me di cuenta que hay muchos sitios hermosos por visitar, y es una ciudad
histórica y culturalmente rica.
3 comentarios:
Qué interesante. A pesar de estar aquí no más, a la par, nunca he estado en México. Tú crónica tiene un lenguaje claro y sencillo pero no me parece del todo una crónica. Es decir, a través de ella miramos todo lo que cualquier turista miraría en un viaje y creo que el objetivo de un texto así es demostrarnos más de lo que el "ojo turista" puede ver, de lo cual se encargan las fotos o las guías de viaje. Pues, no fuiste a cualquier lugar, estuviste en México! y supongo que México es más que visitar sus lugares importantes y tomarse fotos allí, después de todo la historia mexicana también es la nuestra y debe haber cosas que a uno le tocan, le marcan, cosas que a uno le llaman la atención, que a uno le hacen pensar de cierto modo, no sé. Por lo demás, la lectura fue cómoda, está bien escrito aunque el último parrafo sea un machetazo porque de pronto los otros seis días de la semana se esfuman como humo y uno se queda, "ah, qué viaje tan bonito... ¿y?".
Empezaste de una excelente manera, pero después parece que desesperaste y que decidiste narrar todo con poca descripción. Aún así me gustó mucho la facilidad con la que se puede leer. Ya conozco un poco México gracias a ti.
Me gusta mucho en la manera en como lo narraste, pude en cierta forma vivir este viaje y estar en México en cierta forma. Me hubiera gustado un mejor final. :)
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