Por Laura Rivas
Camino sin rumbo iba en el taxi a media noche, no paraba de
recordar los momentos en que mi padre y yo éramos tan felices juntos. Cada cosa
que observaba me hacía tener flashbacks en mi mente.
Don Juanito, el taxista, se daba cuenta de mi mirada perdida
y aquellas lágrimas que caían lentamente sobre mi cofre de recuerdos. Cada una
de ellas salía de mi corazón arrancando ese sentimiento de rencor y odio hacia
aquella persona que tanto amé…
Note la foto de un pequeño niño sobre el tablero del carro,
rápidamente vino a mi memoria mi niñez; corriendo por el parque persiguiendo un
mishito, jugando por el pasamanos y sentada en el columpio viejo y oxidado de
mi colonia. No había un solo recuerdo en el que no estuviera mi papá.
Yo sentía que nuestro amor era tan fuerte, y que nadie en el
mundo podría separarnos; para mi desgracia, él mismo fue quien me condujo a
alejarme y olvidar gran parte de mi vida. Una vida que ahora esta llena de
dudas y sin sentido.
¡¿Por qué hizo eso?! ¿Por qué tuvo que decepcionarme de esta
manera? Fue una larga y pesada noche que jamás olvidare. Pero hay tantos
recuerdos que tengo que sacar de mente antes de empezar con una nueva vida, si
es que la hay…
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