Por Carmen Ovalle
Ideas tras ideas he tenido en mi mente durante muchos años. Nunca supe
hasta donde lograría llevarlas ni cómo debía hacerlo. Sabía que siempre quise
ver más allá de los lindos colores, de los olores y de la existencia de las
cosas. Siempre supe que quería experimentar con la naturaleza, con los recursos
y así conocer a fondo toda la materia que me rodea, y de la cual estoy hecha.
Es así como en el 2009 emprendí un viaje a las nubes de electrones, que
saltan en el átomo como si tuvieran escaleras invisibles. He conocido durante
mi carrera que nos es permitido jugar con los átomos para lograr obtener
sustancias químicas deseadas, que éstos se enlazan por fuerzas eléctricas.
Mi viaje me llevó a conocer que en la matemática también existen
derivadas, que las ecuaciones se pueden integrar y que el infinito es algo más
que puntos suspensivos. ¡Qué increíble! Durante mi viaje he tenido varios
compañeros uno de ellos Isaac Newton, quien me enseñó leyes tales como la ley
de la Inercia, que los cuerpos nos aceleramos en el mismo sentido en que se nos
aplica fuerza, y que de toda acción obtendremos una reacción.
Comencé a aprender a nadar en todos los fluidos líquidos y a volar en
los fluidos gaseosos. Volando en el aire comprendí que ejerce fuerzas sobre áreas,
a esto los átomos le llaman presión. Además, para mi desilusión el mundo ideal
no existe, pero esto me ayudó a ver la esencia real de todo cuanto me rodea.
Un día platicando con Bernoulli, me contó que había desarrollado una
ecuación y al mostrármela comprendí que la energía se conserva y se transforma
en otras formas de energía: Potencial, cinética, de flujo, elástica, entre
otras. Y así con esta ley comenzó mi estudio de los fluidos por los que les
conté he nadado y volado. Esto lo llamo transferencia de momentum.
Pero luego de nadar y volar, pasé de un clima frío a sufrir un poco de
calor. El calor lo refresqué con Newton, pero también estuvo Fourier para
ayudarme. Logré usarlo para concentrar sustancias químicas, alimentos y medicamentos,
purificar el agua, destilar componentes volátiles de una mezcla y obtener mayor
solubilidad de los gases en ciertos líquidos gracias a Henry.
Todo me ha llevado a caer en el equilibrio de la naturaleza, a regresar
al menor estado de energía todas las noches junto con los electrones y a dormir
soñando líneas de producción en grandes industrias, a mejorar los procesos de
extracción de petróleo, a soñar con la implementación de energías renovables y
a ahorrar el recurso que no se recupera: el tiempo, que como dicen los abuelos el tiempo es dinero.
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