09 noviembre 2011

Un día en la vida de una ingeniera

Por Claudia Solares


Mis nervios eran incontenibles. La ansiedad aumentaba con cada segundo que pasaba. Por alguna razón, la espera se sentía eterna. Para cualquiera era tan solo un corto sin valor alguno. Pero para mí, una estudiante de ingeniería química, lo era todo. No me importaba ser la mejor obteniendo el mayor puntaje, lo único que quería era escuchar mi nombre. Y es que el nombre propio nunca se escucha tan bien como en el momento en el que el catedrático encargado de laboratorio lo pronuncia.

Hay ciertas cosas que pueden estresar el día de un estudiante de la Universidad Rafael Landívar, cómo el no encontrar parqueo cerca, ver que todas las mesas de la cafetería están ocupadas, tener que hacer una cola enorme en la Xerox para imprimir o fotocopiar algo, etc. Pero para mí, lo peor que puede sucederme es perder un corto de laboratorio.

Después de pasar largas horas investigando, escribiendo…llorando. Lo último es broma, pero si hay veces que el deseo de hacerlo es demasiado. Después de todo eso, el ver como algunos fueron llamados y entraron con mucha emoción hizo que entrara en frustración por un breve instante. Digo breve porque sonreí al darme cuenta de algo increíble…no tenía que hacer post laboratorio.

El alivio era grande, más la preocupación seguía invadiendo la paz de mi día. Era la primera vez que me sucedía, pero estaba decidida a que sería la última. Y así fue…No fue nada fácil, porque me he dado cuenta que en esta carrera nada lo es, pero tampoco fue imposible. Y fue en ese día en el que decidí que jamás me daría por vencida.

2 comentarios:

Astrid Avila dijo...

Tu cuento refleja lo que un buen estudiante espera después de tanto esfuerzo y dedicación, y además da un buen contexto de lo que pasa en la Landívar en la jornada matutina.

Carmen Ovalle dijo...

Tu cuento refleja exactamente como uno pasa por esos laboratorios, pero tienes razón cuando uno se decide a hacer algo y no darse por vencida las cosas tan difíciles que uno siente que no alcanza, las llegas a realizar y te sientes satisfecho pues llevó demasiado esfuerzo y dedicación.