06 noviembre 2011

Fiambre en la noche de Halloween

Por Carmen Ovalle


Era una noche de Halloween, ella no sabía que su vida cambiaría. Con su disfraz creativo, la cara pintada y lista para recibir dulces sale con sus amigos a divertirse esa noche. Tocan a todas las puertas y reciben dulces de todos los colores: rojos, amarillos, verdes.

-Noc, noc- y en cada puerta que abren la felicidad de llenar sus bolsas de dulces los hace seguir caminando y ya cansados deciden regresar a sus casas a comer pie de calabaza…pero ella quiso seguir caminando hacia la última casa en donde nadie visitaba y de donde nunca vieron salir a ninguna persona.

Ella camina y camina deja a sus amigos atrás, comienza a sentir el frío de la noche pero decide continuar su camino. Al llegar a aquella casa logra ver desde el portón un enorme jardín con árboles enormes, de donde se ven sombras. Ella se asusta, y siente que alguien la observa por detrás. Voltea y voltea pero no hay
nadie. Con la curiosidad de saber quien vivía ahí, sube por las rejas cae al jardín y toca la puerta de la casa. Nadie le abre e insiste, pero nada.

Se da cuenta que en el cuarto de arriba hay una luz encendida sube por un árbol y logra ver a través de las cortinas una mesa servida, con velas encendidas y al fondo de la mesa larga una mujer con la cara cubierta comiendo fiambre. 

Ella estaba extrañada que un día de Halloween alguien se adelantara a comer fiambre, cuando la tradición siempre había sido comerlo el primero de cada noviembre. De pronto la mujer levanta la vista, se escucha un grito y al abrir los ojos estaba sentada al lado de la mujer en la mesa.

Asustada se levanta comienza a correr pero no había ninguna puerta, no tenía ninguna salida y escucha la risa de la mujer y de pronto siente su mano en la espalda, la hace regresar a sentarse y a comer al lado de ella. Temerosa sin saber lo que estaba pasando ni quien era esa mujer, en un abrir y cerrar de ojos llegan más invitados. Todos con la cara cubierta con máscaras blancas.

-¿Pero cómo entraron?- se preguntaba, por más que buscaba puertas no habían y la mujer aún riendo junto con los invitados le dice que todos ellos son las ánimas de quienes han muerto y que una noche de Halloween al comer fiambre llegan a visitarla. Aún más asustada y sintiendo una gran presión en el pecho que no la dejaba llorar despierta y todo había sido un sueño. Ella había regresado a su casa y había comido pie de calabaza como todos sus amigos, según le contaron y se fue a dormir luego de ello.

El siguiente año decide no ir a pedir dulces, pues tenía temor de aquel sueño. Se queda en casa pero de pronto en el silencio de la noche escucha:

-NOC, NOC-alguien había tocado la puerta de su casa- ella baja corriendo las escaleras y abre la puerta cautelosamente…pero no hay nadie. Sube rápidamente a su cuarto y la visita ya había entrado con la cara cubierta y sin pasar por la puerta.

1 comentario:

Evelyn Revolorio dijo...

Me recordó mucho una historia que me contaba mi abuela...Bonita y creativa tu historia.