02 noviembre 2011

Azucenas para el día de los muertos

Por Carlos Vásquez


Y las ánimas regresan a su lúgubre morada trayendo consigo más de algún incauta alma cuando los campanarios de las iglesias marcan las 3 de la mañana y el ambiente del sol naciente comienza a percibirse…

Así daba por terminado el relato de cuentos de espantos y aparecidos el anciano abuelo, que buscaba asustar un poco a sus traviesos nietos antes de degustar un poco del tradicional fiambre.

Chiquillos que crecerían rápidamente y a su juventud llegarían quizás olvidando mucho de la maravillosa infancia y de los relatos que su abuelo contaba de forma extraordinaria.

Jorge uno de los medianos nietos del abuelo Carvajal se encontraba en la plenitud de la juventud, un muchacho inquieto como todos y de igual forma absorbido por la modernidad y las importadas costumbres que minaban las tradiciones de los pueblos. Casi veinte años después de aquella ocasión, última por cierto, en que el abuelo contara sus cuentos el joven Jorge fue invitado a celebrar una noche que en el calendario jamás había existido pero en el mundo occidental era ya algo tradicional.

Con maletas y disfraz rumbo a la ciudad colonial se dirigía con un grupo de contemporáneos entusiastas, que como objetivo celebrar la noche de las brujas tenían, justo antes del día de todos los santos.

Ingresaron a la fiesta a la que invitados fueron, todos los concurrentes distintivamente disfrazados de terribles formas y míticas creaciones, como salidas de los cuentos más lúgubres y tenebrosos. Jorge rápidamente se fijo en una joven que a pesar de tener de espanto aspecto se podía distinguir su belleza y fineza.

Entre la música y las bebidas la pareja gustosa disfrutó la fiesta, aunque pasada la media noche cerca de 2 horas pasadas, la hermosa joven salió corriendo desesperada. Jorge la siguió rogándole un momento esperara, ella a penas se detuvo dándole tiempo a Jorge de preguntarle su nombre y si la volvería a ver. La joven a paso de fuga antes de doblar la esquina le dijo su nombre y el lugar donde al día siguiente a determinada hora podrían reanudar su encuentro.

Al medio día del siguiente día el grupo de amigos se disponía a sus respectivos hogares regresar, y compartir con los suyos de la verdadera festividad local. Sin embargo Jorge se abstuvo del retorno comentándole a sus compañeros de su aventura con la joven, Azucena su nombre y de encontrarse esa misma noche.

Deseándole suerte el grupo inició su regreso, mientras Jorge se preparaba para su esperado encuentro. Llegaron por fin los segundos previos a la hora, a aquél momento en el que se dirigiría a la dirección dada.

Llego a la ubicación pactada, y una anciana educada le dio las buenas noches al muchacho recomendándole cuidado tuviera porque esas calles misterios grandes encerraban. Pasaron los minutos y las calles se vaciaban poco a poco, las personas que transitaban se hacían menos y menos hasta dejar las calles desiertas. A punto estaba el diligente joven de retirarse, de volver hacia su automóvil y emprender el carretero regreso cuando Azucena apareció por la calle de enfrente. Las preocupaciones de Jorge se desvanecieron y rápidamente se dirigió a su encuentro. Luego del saludo comenzaron gustosos a platicar y entre las palabras y comentarios el muchacho perdió enamorado toda noción del tiempo y el espacio. Cuando el muchacho reaccionó su amada caminaba frente a él a varios metros de distancia con apresurado paso. Muy extrañado Jorge apuraba su esfuerzo por alcanzarla pero le era imposible, con enojo le reclamaba su indiferencia ya que la doncella no volteaba a pesar de las exigencias. Jorge se llenó de terror cuando por fin decidió dar marcha atrás y no pudo, sus pies se movilizaban con voluntad propia tras los pasos de la joven.

Tratando de pedir auxilio sus gritos se perdieron en las desiertas calles, cuando por instinto observó su reloj y este marcaba que faltaban apenas cinco minutos para las tres de la mañana. Recordó entonces los cuentos de su fallecido abuelo y cuenta se diese de su terrible situación. En ese momento el camino obligado que seguía daba a las puertas del cementerio, aterrorizado en busca de ayuda miró a su alrededor y se encontró a más de seis jóvenes en su misma situación, desesperadamente todos intentaban retenerse pero por más intento no podían resistirse a la atracción de la presencia que marcaba la dirección. Todas las víctimas a gritos ayuda pedían, auxilio al creador del que por años habían olvidado, las puertas del cementerio fueron abiertas justo cuando las campanas de las iglesias anunciaban las tres de la madrugada. En el horror de la situación en el temor el joven Jorge se perdió.

Poco a poco el sol del nuevo día hacía su aparición, regalando a la creación sus majestuosos rayos de oro. Comenzaba el amanecer un par de horas habían pasado desde que las ánimas a su hogar habían regresado. El joven Jorge despierta paralizado, se encontraba en su auto, parecía que todo lo vivido era un simple sueño. Poco a poco cayendo en cuenta de la fantasía probablemente vivida la tranquilidad comenzaba a hacerse presente.

Sintió hambre y girando las llaves del automotor cuando vio por el retrovisor todo el asiento trasero atiborrado totalmente de telas de araña. De inmediato pulso el freno y horrorizado observó con detenimiento entre aquel telarañero un ramo de flores se encontraba, al fijarse con mayor atención ¡Cuál fuese su tormento! Las flores del arreglo eran ni más ni menos que Azucenas muertas.

Estrepitosamente salió del carro y si el susto anterior fue grande más grande se hizo al ver que su vehículo se encontraba frente al cementerio estacionado

4 comentarios:

JuLio Urízar dijo...

Este cuento me hace pensar que es el de una cenicienta zombie contado desde la perspectiva de un príncipe ingenuo que se fue de parranda. Así que el cuento, aún con todos los elementos "de miedo" no me parece tan original, aunqe bien, el detalle de las flores al final entre todo lo terrorífico me parece conmovedor.
Noto que utilizás muchos hiperbaton (cambiar el orden natural de las palabras en una oración) con tal de conseguir un efecto musical pero creo que en esta ocasión no te quedó muy bien. Por otro lado me parece que hay adjetivos de más, hay palabras que se describen solas y en cierto sentido, tanto adjetivo entorpece la lectura y el desarrollo del cuento.
Por otro lado resalto el hecho de que, en el día de los muertos, a quienes se les ha de llevar flores, sean los muertos quienes le lleven flores a un vivo, eso me parece original.

Claudia Solares dijo...

Concuerdo con Julio acerca de los elementos de miedo que utilizaste, sentí que le falto un poco de creatividad, pero el final de las rosas si fue inesperado :)

Flor Vela dijo...

Realmente tiene una gran creatividad e imaginación para elaborar una historia tan única, me gusto más que todo la parte en donde Jorge observó detenidamente las Azucenas muertas me parece una idea genial y realmente es una historia fuera de lo común y llena de suspenso!.

Carlos dijo...

Gracias por los comentarios, lo tomaré en cuenta para futuras publicaciones