04 noviembre 2011

El misterioso fiambre

Por Flor Vela


En un 31 de octubre, en una tarde tempestuosa la familia Percola se dirigía hacia el este para la celebración tradicional del 1 de noviembre en la que se corona a todos los muertos que yacen en los cementerios; todos estaban preocupados pues la lluvia seguía y sus incesantes rayos y truenos que temporalmente iluminaban las siluetas de los árboles y arbustos que se encontraban en el camino hacia el hotel Pascuallis. Aunque querían apresurar el paso, los caballos no podían trotar más rápido ya que el peso de la carreta, la lluvia y el camino de terracería no lo permitían, los más atemorizados eran los niños ya que solían imaginar que las siluetas que se reflejaban en la oscuridad podrían ser fantasmas o simplemente monstros abominables que estaban al asecho para devorarlos. El trayecto se  hizo eterno pero por fin llegaron a su primer destino y decidieron hospedarse, descansar y reanudar su camino el día siguiente.

Las casas que se encuentran alrededor del hotel se encontraban apenas iluminadas por una hotel se percatan de que no hay nadie cerca de ellos, apenas se encontraba una pequeña luz que provenía de un candelero cerca de la recepción. Luego de unos minutos de espera ven que al fondo del pasillo se divisa una figura, era
una anciana que caminaba en dirección hacia ellos, al llegar al mostrador se dan cuenta que la anciana tiene aproximadamente de 88 años de edad y pareciera como si estuviera tuerta. Más que confianza les provoco miedo pero necesitaban alojamiento, más su temor fue vencido al recordar la fuerte tormenta de la que estaban escapando y el deseo de un techo comida y cama para esa noche. La anciana les indica cuales son las habitaciones de cada uno de los integrantes de la familia, una para los padres y otra para los hijos, que pueden ir a cambiarse ya que la cena es servida a las ocho de la noche. Las habitaciones no parecían un hotel de cinco estrellas, dejaban mucho que desear ya que la luz tenue que provenía de una vela indicaba que era un hotel de hace cinco décadas. Luego de cambiarse y relajarse un rato la familia Percola bajo al comedor principal para cenar, coincidentemente eran los únicos hospedados en ese hotel, al darse cuenta la mesa ya estaba servida notaron que el menú que se dispondrían a comer eran unos platos bien servidos del popular Fiambre que se debía comer al día siguiente como plato principal a la hora del almuerzo; los niños al ver lo
o dos veladoras, al entrar la familia Percola al lobby del repulsivo que lucía decidieron regresar a sus habitaciones sin probar bocado. Los papás decidieron quedarse para luego de terminar llevarles unos sándwiches a sus hijos, trataron de comer esos platos repulsivos y con aspecto asqueroso; al dejar los platos completamente limpios los padres se dirigen a la cocina del hotel en buscar de alguna persona que les prepare los sándwiches, se percatan que no hay nadie por ningún lado entonces deciden entrar casi en oscuras; la mamá husmeaba en los anaqueles y en la refrigeradora en busca de comida pero al entrar al congelador vieron chorizos y longanizas por todos lados parecían embutidos pero tenían un aspecto diferente, emanaban un olor a podrido o como drenaje. Asustados el señor y la señora Percola salieron en busca de comida normal pero sintieron algo extraño en el piso, parecía aceite pegajoso y con un aroma a drenaje, trataban de salir de allí pero el piso estaba resbaloso a causa de ese aceite y al ver por la ventanilla de la cocina ven que alguien más los está observando y que se está acercando poco a poco, los Percola no lograban salir de la cocina y su corazón latía a mil por hora. Los niños se quedaron en sus habitaciones esperando a escuchar a alguno de sus padres llevándoles algo de comer que no fuera ese asqueroso fiambre. Hablando los dos hermanos escuchan un sonido raro, como si estuvieran arrastrando algo pesado; los dos tenían de su habitación y se dirigieron al comedor principal pero cuando iban bajando las gradas observan que alguien cargaba unas bolsas de basura que lucían pesadas y las llevaba hacia el sótano del hotel; los hermanos Percola asustados van al comedor a buscar a sus papás pero no están, entonces se dirigen a la cocina y vieron que el piso estaba lleno de sangre, sus corazones estaban por estallar entonces se dirigieron al sótano del hotel a averiguar qué sucedía por que escuchaban ruidos raros; al bajar ven que hay un congelador del tamaño de un cuarto, entran y ven las bolsas de basura, se acercan y abren las bolsas eran sus padres, estaban muertos, los dos hermanos empezaron a gritar de lo angustiados que estaban y en ese momento la puerta del congelador se cierra y los niños ya no pueden salir.

A la mañana siguiente, con los primeros rayos del sol, con un cielo despejado, como si nunca hubiera habido lluvia, una joven se acerca a abrir las puertas, de par en par, en pocos minutos, docenas de comensales comienzan a llegar, para comer el famoso Fiambre, que año con año, se ha ofrecido como tradición en este 
una gran curiosidad por saber que llevaban. Salieron 1 de Noviembre. Realmente, nadie sabe que ingredientes contiene este peculiar y famoso Fiambre, cada año se le es agregado un nuevo ingrediente secreto del Chef. 

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