13 noviembre 2011

Un día en la URL

Por Flor Vela


El año pasado me regalaron una bolsa y dentro de ella había una pequeña sombrilla, realmente la sombrilla nunca me había gustado, igual ni siquiera me gustaba usarla por lo cual la dejé guardada la sombrilla en mi cuarto. Allí por julio y agosto me recordé que la tenía, como siempre mi papá no le gustaba que yo me mojara o que se me mojaran mis libros, por lo cual con mucha anticipación me recordaba que la metiera en mi bolsón. Era gracioso porque decían mis amigos que parecía hecha de papel de china.

A mediados de año empezó a cambiar el clima en la universidad así que para prevenir se me ocurrió (de tanto que me recordaba mi papá) meterla en mi bolsón, sinceramente nunca la había usado hasta entonces. Fue hace aproximadamente como tres semanas o un mes que empezó a llover casi todos los días. Eran de esos días en los que llegabas y preferías estar metida en tu casa sin pasar frío.

Desde ese entonces siempre me gustaba sacarla para no mojarme, pero para mi mala suerte, una mañana lluviosa, caminamos con mis amigos y mi sombrilla hacia la cafetería en la parte de atrás, al llegar allí la deje a la par mía extendida por que seguía mojada, coincidentemente ese mismo día me tocaba corto de economía y parcial de razonamiento II, entonces nos sentamos y comenzamos a repasar antes de la hora. Estábamos tan entretenidos que se nos hizo tarde para el corto, salimos corriendo como locos para que nos dejaran entrar, pero no me percaté que había dejado mi sombrilla hasta que había salido del corto; cuando fui a buscarla ya no estaba.

Sinceramente no me gustaba la sombrilla, pero la busque por todos lados y no apareció. Entonces al llegar a mi casa les conté a mis papás lo que me había pasado, comprendieron el asunto y ese mismo fin de semana fuimos a comprar una nueva.

Era la mejor sombrilla que pudiera haber tenido, era como automática ya que al apachar un botón se abría solo, hecha de un material grueso. El día lunes llegue a la universidad temprano porque me tocaba corto de contabilidad así que me senté cerca de la clase donde me tocaba, pero para mi desgracia no había metido mi sombrilla a mi bolsón y la había dejado en la banca. Fue uno de esos momentos terribles en que me sentía la persona más irresponsable de este mundo. En conclusión no la volví a verla desde ese entonces, la busque hasta en seguridad, pero nadie había visto nada. Eso pasa por ser descuidado.

2 comentarios:

Evelyn Revolorio dijo...

Te entiendo cuantas veces pasa algo así por el hecho que este distraída, no me doy cuenta de nada y cuando al final me percato, ya es muy tarde.

Francisco Juárez dijo...

Creo que tu historia refleja la historia de miles jajaja, a todos nos ha sucedido dejar la sombrilla perdida en algún lado. Estoy comenzando a sospechar que no las olvidamos sino que ellas escapan de forma consciente. ¿A donde se van? ¿que ha sucedido con tantas que se han perdido en la historia del hombre? jajajaja misterios que tal ves nunca lleguen a responderse.