Quien necesita comprender a un alma salvaje que se comprende a sí misma, que como tórrida corriente de lava deja pasar la sangre por sus venas. Solo y en silencio permaneció sin ser visto jamás, con el tropel que separa la noche del día como sus únicos guías. Si hubiera tenido nombre se hubiera llamado Flegonte y si su vida hubiera sido contada por los años seguramente hubiera sido eterna. Sus cabellos oscuros eran manantiales de sombra y su pálpito austero era salvaje como la locura.
Una noche de soledad, de esas tantas en donde las estrellas son más grandes que el cielo, permaneció cogitativo y decidió cabalgaría sin parar al horizonte y que su único límite sería el sol. Cumplió lo prometido el bravo corcel, y hoy sigue cabalgando persiguiendo una añoranza que se cumplirá hasta el fin del mundo, y en sus ojos siempre existirá el fulgor de su alma integra y virgen, gloriosa y austera…
1 comentario:
Me gusta mucho tu texto. Me identifico con el y con las sensaciones de esperanza, de saber que buscando encontrara algo.
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