13 septiembre 2011

Cartas

Por José Andrés Ochoa

Carta para insultar a alguien, sin hacer uso de malas palabras

Estimado lector,

Pues sí. Le llamo lector porque es la única relación que puedo encontrar entre mi persona y
la suya. Dirijo mi carta para saludarle. Así como lee, si es que lee. ¿Qué tal le va? ¿Todo bien?
Yo no lo deseo mal. Es que seguro no se puede estar peor de cómo está. Digo, sí. Espero todo
normal en su día. Jornada monótona de su patético laburo. Que, con su protuberante barriga
y esférico rostro, ronda en su motocicleta las calles y avenidas de mi bonita ciudad. Fue, o es,
no lo sé, bonita. Pero seguro que personas como usted me entorpecen el paisaje. Y más aún, mi
día.

Yo, le repito, le deseo bien. Que su aburrida vida, si es que es vida, mejore. Porque peor no
puede estar. Le invito a cambiar su rutina. Algo, no sé. Intente, siquiera, cambiar la apatía de
su rostro que evoca las refrescantes aguas… del lago de Amatitlán. O tal vez le regale un libro,
para que, si puede leer, distraiga sus pensamientos en personajes peores que usted. Un gato
que vive borracho, o un presidente autoritario. Sin embargo, la historia de esos caracteres,
puede terminar al cerrar el libro. ¿La suya, cuándo?

Podría continuar utilizando este espacio para darle mi opinión sobre usted. Acerca de su
irritante trabajo, patético físico, mediocre vida, asqueroso rostro o más… Pero creo que,
fácil notará que, al verse al espejo, el marco será más bonito que el reflejo. No pienso seguir
gastando mi tiempo en usted, pero sólo le expreso mi deseo que el karma exista. Así, el
caudal de sus acciones desemboque en un merecido golpe en su vida. Tal vez así, rompa su
monotonía, y logre un cambio. Será para mejor, no se preocupe. Peor que usted no se puede
estar.

Abrazo de oso (literal),

Yo.


Carta para pedir vacaciones a un jefe muy malo

Guatemala, 13 de septiembre de 2011

Apreciadísimo y benevolente jefe:

Seré breve. Sé que su tiempo vale oro, así como su empresa, tan digna y que realza en
la economía de la ciudad. Me atrevo y soy propositivo, así como pide usted a sus empleados, y
le entrego esta carta con un único requisito: quiero mis dos semanas de vacaciones. Verá
usted, que como fiel y empático trabajador de esta institución, me veo en la necesidad de ir a
un centro de capacitación, costeado por mi persona, en las playas de Izabal. El título de la
convención es “canalice sus energías y aplíquelas en la empresa que labura”, que en este caso
sería la suya. Con dicho evento, puedo asegurar que vendré con la capacidad de seguir
recolectando dinero para sus arcas, y así fortificar los cimientos de la organización. Como
también ayudar a que se sigan agregando pisos para ser los más grandes. Espero pues, acepte
la propuesta. Todo por el beneficio del trabajo y de poner su nombre en alto, señor.

Atentamente, su súbdito responsable y educado,

José Ochoa.

P.D: en el mes de diciembre se realizará otra capacitación, de título “conozca las empresas
brasileñas, y lo que aprenda, llévelo a donde trabaja”. Espero se repita el procedimiento y
previa aprobación.

No hay comentarios: