20 septiembre 2011

Una noche sin luz

Por Domenica Valladares

Los truenos estremecían la tierra. Cada rayo me daba pavor. Sin pensarlo tomé rápidamente la linterna en el mueble de mi baño y busqué una vela. Un impulso tan acertado, ya que la luz se fue con un rayo. Encendí la linterna y noté que ya casi no tenía batería. Así que armada de valor tenía que ir a la cocina por fósforos.

Al salir del baño un gran corredor, oscuro, seguido de las gradas para bajar al primer nivel. Cuando vi que la linterna parpadeaba corrí con todas mis fuerzas sin voltear atrás. Escuchaba ruidos, pasos, miraba sombras y a los árboles bailar la danza de la muerte por la ventana. Llegué al comedor, busqué por todos lados los fósforos. No había ni uno solo. La luz de la linterna cada vez más débil. Así venía una noche sin luz, y con compañía inesperada e indeseada.

1 comentario:

Claudia Solares dijo...

Me gusta el misterio que le pones a tu historia, me dejo con curiosidad. Muy buena!