27 marzo 2011

Perfilar un sentimiento ¡pero no lo digas!

Muchas veces los caverneros encuentran fascinantes personalidades conformadas por letras de cuarzo o arenisca. Lo interesante es que ellas nunca las describen. Por un momento el lector se cree inteligente, piensa que el autor ha escrito sobre la soledad, o la tristeza, o la vanidad sin haber mencionado en ningún momento dicha palabra. ¡Y él lo ha descubierto! Pero el escritor es astuto, construye un personaje, un sentimiento, sin referirse directamente a él. Entonces el lector apasionado lo revela, no sabe cómo, pero allí está. Los caverneros intentarán hacer este ejercicio. Las rocas callan, pero es posible escucharlas. 

Una cita del Decálogo del Escritor de Monterroso quizá pueda ayudar: 

"Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él." 


La práctica hace al maestro. Así que no perderán nada intentándolo.

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