03 marzo 2011

Mi Viaje En Su Locura

Por José Andrés Ochoa
Es intrínseco del ser humano imaginar. Actuar con la razón también lo es. Por hoy quiero
hablar de la imaginación. Y es que en esos momentos en los que nuestra realidad no nos hace
feliz, nos ha decepcionado, o simplemente nos aburre, entra en juego la creación de ideas. No hay
que ser destacado filósofo para indagarse y generar propuestas alternas a lo que nos rodea. “¿Y
si?... ¿Será que?… ¿Qué habría pasado si?” Preguntas mundanas. Preguntas valiosas.

¿Y aquel hombre que se atreve a imaginar sin límites? Muchos les han llamado locos.
Personas que actúan sin uso de la razón, ajenos a su realidad y contexto. ¿Pero si la razón y la
imaginación son propias del ser humano, debe privarse de una de ellas para sobrevivir? Suena
tonto e irracional, ¿no?

Pero no vengo a hablarles de filosofía. Sobre viejos y extensos postulados de hombres
locos que utilizaron la razón. No quiero complicarles la existencia, queridos amigos. Hoy dije que
iba a hablar de la imaginación. Así que me decidí a imitar esos pasos de visualizar imágenes en mi
mente. Me alejé de este mundo que en ocasiones me decepciona, en otras me entretiene. Me
recosté en un sillón. Coloqué música compuesta por el director inglés Howard Shore, cerré mis
ojos e imaginé.

Cuando abrí mis ojos, él estaba sentado junto a mí. Probablemente, él fue de los más locos
que ha puesto pie en la Tierra. Pero tenía gran razón de serlo. Era justo que, luego de haber vivido
en uno de los rincones del mundo, donde la discriminación y la pobreza contrastan con la belleza
natural; y después de luchar en trincheras contra las Potencias Centrales en la Primera Guerra
Mundial, viviendo las crudezas de las sangrientas batallas y ver caer a sus fieles compañeros
muertos por una bala, su imaginación no tuviese límites.

No quise entrar en detalles en nuestra conversación. Sé que dio clases del idioma inglés en
la universidad de Oxford. Con esas facultades e intelecto, debía ser un hombre correcto. Fiel a la
razón. Pero no, no podía ser así.

Degustábamos de una fría y espumosa cerveza. –“¿Quieres ir a caminar por mis tierras?”-
me dijo en tono seguro y con una sonrisa dibuja en su arrugada cara. No respondí, mas sólo
me apuré a beber de mi vaso y me levanté con gran ímpetu. Él entendió. –“Cierra los ojos, y di
mellon”. Lo exclamé con la mejor pronunciación posible para evitar malinterpretaciones. De nuevo
levanté mis párpados, con mi corazón latiendo al ritmo de un tambor digno de los Uruk-hai. Mi
impresión fue tan grande, que no mencioné palabra alguna. Me dediqué a admirar. Él comenzó a
expresarse, y yo escuchaba mientras mis ojos giraban para no perder detalle.

“Es aquí donde vengo a caminar cuando me siento inquieto. Me encantan estas praderas,
¿sabes? La Comarca es un lugar hermoso, y sólo podía pertenecer a gente tan noble y cariñosa
como los Hobbits. Así debería de ser. A las personas que tengan la intención y demuestren amistad

y solidaridad, se les dé la oportunidad de vivir en lugares tan privilegiados. Podrás notar que eso
sucede en la Tierra Media. A los sanguinarios orcos se les ha destinado a vivir bajo las montañas, o
en oscuros valles como el de Mordor.

“A los inteligentes y sensatos Elfos, que saben que el valor de la naturaleza es más
grande que ellos mismos, se les ha proporcionado grandes y vastos ríos de agua pura. Árboles
que refrescan, y que cubren del frío cuando es necesario... ¡Claro! Elementos tan maravillosos
como las plantas deben ser protegidos con gran profesionalismo. Por eso, los Ents actúan como
fieles guardianes de los bosques. Las bellezas que dan vida al mundo deben cuidarse... Los
enanos, tan fieros y intrépidos para aplicar sus habilidades, se les entregó riquezas. Son seres
que corresponden a su familia, así que tenían todo el derecho de atenderla de la mejor manera
posible.

“Los hombres. ¡Bah, los hombres! Ellos mismos se buscan el sufrimiento. Una raza
destinada a ser la mejor, pero su uso de razón en cosas innecesarias les ha hecho vivir con tantas
tristezas. Aún hay pocos de noble corazón, y se ve recompensado en sus grandes victorias ante el
mal. Son seres tontos, pero que nunca temen a amar. “

Se detuvo y tomó grandes bocanadas de aire. –“No te olvides de respirar mucho aquí.
Recuerda que este aire es puro.”- Seguí su consejo. Pude entonces reflexionar de ese momento.
El cómo respirar, por ser algo tan cotidiano, ha perdido su valor. El hecho de tomar oxígeno para
vivir, nos debe también hacer pensar en que sin lo que nos rodea, no somos nada. Comprendí
todavía más el valor de los árboles. Y de porque él había tenido tanto interés en crear un mundo
tan bello, donde el pasto era suave que hacía cosquillas a tus pies y los ríos nunca les faltaba agua
de manantial.

-“Puedes volver cuando quieras. Paisajes así no deben privarse a personas que se atreven
a imaginar como tú.”- Sonreí mucho. Tuve la intención de abrazarlo pero no quise parecer loco.
Corregí en el instante y le abracé. –“¿Ves como hay de humanos que aún valoran los gestos de
amistad? Gracias, amigo. Ahora, debemos volver. Se hace tarde y los lobos deben salir a pasear.”

Abrí mis ojos. Volví a la comodidad de mi sala. Me sentí energético. Así como una cerveza
del Pony Pisador. Me levanté, salí a mi patio a respirar por largo tiempo. Fui por un vaso de agua,
no tan fresca como la de Rivendell. Me dirigí a mi habitación, tomé mi libro y comencé a viajar
de nuevo en sus páginas. ¡No podía terminar el día sin saber qué sucedería a la Comunidad del
Anillo en su incursión a Lothlorien! Me acomodé en mi cama, y antes de empezar mi lectura
reflexioné: “John Ronald Reuel Tolkien debió estar loco. Pero la mayoría de genios lo están. La
próxima vez que le visite le llevo un poco de tabaco. Sé que le gustara.” Pueden acusarme de
extraño o ingenuo. Pero si algo vive en mi imaginación, existe para mí. J.R.R Tolkien plasmó sus
bizarras y originales ideas en 5 libros. Nos invita a su mente y a buscar alternativas a la sociedad
que nos rodea.

Quisiera seguirles escribiendo, pero Frodo, Aragorn y compañía me llaman… ¡Ah! Y Tolkien
dice que pueden invitarle a una cerveza cuando deseen.

1 comentario:

JuLio Urízar dijo...

Es que es cierto: !Muchos condenan la literatura fantástica como una evación de la realidad, pero vos los decis: un creador de alta fantasía como Tolkien no solo nos lleva a su mundo, sino también nos hace "buscar alternativas a las sociedad que nos rodea", a la realida! No hay nada mas pegado a la realidad que una fantasía, sin duda. Que envidia, yo también quiero irme con él. Algún día volveré a la Tierra Media. Por el momento hay algunos lobos que andan rondando en mi camino, así que voy a esperar a que se alejen.
Bien hecho, pequeño saltamontes!