Por Carlos Vásquez
Por fin
comienza a desfilar la comitiva y la ceremonia comienza, me ponen muy
nervioso las multitudes, siempre han provocado que mi confianza baje,
talvez por mi naturaleza callada y el ser algo apartado, recuerdo que
cuando la conocí hace algunos años ella pensaba que era alguien
engreído; quien lo diría en verdad, que con el tiempo nos haríamos
amigos y el día de hoy estemos ante un acontecimiento trascendental en
nuestras vidas.
Ha llegado al altar, se ve
bellísima, los nervios no me dejan disfrutar de ésta imagen, es tal como
me la imaginaba; no en verdad no, es mucho mejor de lo que alguna vez
imaginé, y eso me pone más nervioso, y es que toda la vida he sido una
persona que siempre piensa en lo peor, tal vez por ello sea alguien muy
precavido. Ahora que lo pienso no sé cuantas veces me he salvado y bueno
no solo a mí mismo sino a otras personas por ser precavido, bien dicen
que ¡hombre precavido vale por dos! Si no hubiese empacado un buen
refrigerio y llevado algunas frazadas hubiésemos pasado una fría noche
cuando se nos quedó el carro camino a Xela y tuvimos que pasar la noche
en la carretera. Bueno espero que el ser precavido me sirva porque de
hoy en adelante mi vida tomará un cambio, eso es seguro.
Comienza
la ceremonia y el sacerdote desarrolla el rito tradicional y las cosas
se van calmando un poco, pero de nuevo mis nervios traicioneros hacen su
aparición, y ¿que tal si ella se arrepiente? o si ¿yo me arrepiento?
acaso ¿es probable que tal cosa pasara? Recuerdo que ella quería
trabajar en una revista prestigiosa, era su sueño y cuando recibió la
noticia de que la llamaban para una entrevista ella declinó, y en mi
caso cuando aceptaron mi solicitud de beca en Alemania también opté por
rechazarla teniendo todo servido.
Mientras,
dentro de mi cabeza todo da vueltas y exteriormente presumo de
tranquilidad y contesto a todos los rezos e indicaciones de la
ceremonia, la misa va avanzando y el momento se va acercando, ¿seré
capaz de embarcarme en este viaje? en verdad ¿la haré feliz? no me
gustaría que por un capricho o ilusión mía ella sufra en un futuro, es
el amor de mi vida pero ¿en verdad será lo correcto? Las dudas me
invaden y me es cada vez más difícil esconder mi intranquilidad.
Entre tanto el momento ha llegado, de este momento depende el resto de mi existencia...
-Sacerdote: ¿Hay alguien que se oponga a esta unión? Que hable ahora o calle para siempre
Mis
palabras se agolpan en mi garganta pero por alguna razón no salen, mi
cuerpo se ha paralizado mientras mi corazón y mi alma agonizan por no
poder hacer algo, los valiosos segundos van pasando y mi ser
imposibilitado ve como el sacerdote bendice la unión y el amor de mi
vida la razón de mi existencia comienza una nueva etapa al lado de otra
persona...
Recuerdo la mayoría de detalles de
ese día y ahora muchos años, décadas más tarde, puedo decir que el
sufrimiento es parte de la existencia y no debemos desesperarnos, porque
año y medio después cuando decidí por fin realizar mis estudios en
Alemania te conocí a tí y mi vida cambió porque encontré algo que no
buscaba y a mi alma volvió la alegría, una confesión de vida en nuestro
25 aniversario matrimonial, Gracias por existir!!
Siempre tuyo, Jorge.
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