20 abril 2011

Punto de Partida

Por José Andrés Ochoa
Enfermarse como método para saber que estamos vivos. Sufrir flaquezas en la salud para recordar que el dolor también es parte de la vida. Condiciones que contextualizan una historia para reconocer que debemos cambiar nuestras rutinas; y así, intentar prevalecer. Y es que con esta sombría y puede que tanto confusa introducción, es adecuado razonar sobre ciertos acontecimientos. Propongo como tema de discusión: la enfermedad. Más que abarcar aspectos propios de la medicina, evoco criterios más humanos. Porque es inevitable pensar al momento de sufrir un percance en la salud “¡¿qué diablos?!”.

Desperté con fiera tos. Me pareció extraño ya que era época de intenso calor en Argel. Observé mi camiseta y el asombro no fue para menos. Pequeñas manchas de sangre entorpecían el blanco de mi ropa. Traté de sentarme a la orilla de mi cama. Difícil era aquella mundana tarea, ya que mi cuerpo carecía de las fuerzas para lograrlo. No tuve más remedio que clamar por el auxilio de alguien cercano. Mi voz se diluía gracias a la aspereza de mi garganta. Fue lo último que recuerdo de aquella ferviente mañana.

Desperté de nuevo. Ahora mis ojos se mantenían cerrados, y era aquel silencio que me intrigo. Ya no estaba en mi hogar. -¿Cómo puedo estar enfermo siendo tan joven?- pensé mientras mis párpados comenzaban a abrirse a escaza rapidez. Logré reconocer que me encontraba postrado en una cama con sábanas limpias. Di un fuerte suspiro para tratar de encontrar energía en el aire de mí alrededor. Un médico con anteojos se colocó a la derecha de mí. Ojeó su tablilla y comenzó a hablar. No recuerdo mayores términos, mas sólo uno que golpeó mi mente como bofetada: tuberculosis.

Comencé a trazar rutas con este nuevo acontecimiento en mi vida. En mi poco conocimiento médico, sabía que la muerte tentaba mi vida, mas no dejaría que lograra su objetivo. Mi mayor preocupación era mi educación. No quería detener mis quehaceres, pero sabía que mi recuperación no sería breve. Debía dejar la universidad, y con ello, frustrar mi carrera de filosofía… 

¿Es así como socaban los sueños de un joven estudiante? Sería un triste final para una mente brillante. Debemos de agradecer que eso no sucediera. Con actitud emprendedora, Albert Camus decidió profundizar la experiencia para impulsar su carrera. Luego de su enfermedad, y después de mudarse a Paris, Francia, y vivir bajo un marco de guerra mundial, Camus optó por tomar una postura existencialista. Cabe resaltar que analistas rotulan a las personas fieles a esa ideología como negativas. Hecho que puede verse plasmado en la obra de “El Extranjero”, que narra la historia de cómo una persona ve cómo su vida se frustra por una acción instintiva. No pienso detallarles más la historia por si no han tenido la oportunidad de leerla, pero sí puedo mencionar  que Albert es una persona importante en la literatura.

Destaco su tuberculosis, ya que le obligó a dejar sus estudios y sirvió como hecho para desarrollarse bajo una ideología filosófica. Puede que sí, que él haya sido un individuo negativo. Pero gracias a esa situación, surgieron grandes obras que enriquecerían las letras. 

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