03 abril 2011

Palabras mágicas

Por Julio Urízar


Carneslimpicula tenfrimeriantelga ergujilkermanituya jesdrutipolijanumbriu.

Sonará a lenguaje mágico, algún hechizo que una lengua atleta logra pronunciar escurriéndose en los terrenos escarpados de un idioma taumatúrgico.

Werwinfeliagronvicus drentiliolelwa, rewurnelgubertopicón sirgujexjem.

Sonará nigromántico, sonará estúpido. Era aquella otra mañana en la que Lirio, - sí, así se llamaba Lirio, como las flores-, no tenía nada que hacer. Escribió la última parte del conjuro sobre el papel:

Limrurakijunertipos bruvilwerwia.

Fue adornando cada letra con sombras y volutas. Separó el papel a una distancia prudente y tomando el lápiz por el borrador, fingió moverlo como si aquella fuese una varita mágica, pronunciando así su enredada letanía. Empezó por una temblorosa y quedita Carneslimpicula (pues le daba vergüenza que alguien le escuchara), cobrando, poco a poco, como el salón estaba desierto, más seguridad, la necesaria para terminar el poema épicamente con su bruvilwerwia.
En instantes Lirio notó que en la espalda, rompiéndole la piel sobre los omóplatos, surgían dos élitros que con otro buen conjuro, y quizás, con un poco de práctica, lograrían ser dos majestuosas alas que lo llevarían a conocer un lugar lejos de ese patético hormiguero de niños estúpidos, donde los demás no se burlaran de su nombre y le respetaran como a un rey.

Sí, un conjuro nuevo lo convertiría en libélula, ¿por qué no en una libélula? En mariposa no, estaba cansado de ser la mariposa, la delicada falena de afeminadas maneras que según los demás niños, crueles moscardones, plaga, era propio de un hueco; así, en un rápido zumbido, en vez de abaniqueos, dejaría los pantanos para olvidar su humillado fantasma, largo y encorvado, de tallo roto, de pétalos sonrosado, con los ojos saltones, estambres, manos como pistilo, de artista, y voz de margarita cuando lo arrinconan contra la pared para bajarle los pantalones. Sería un zumbido, nada más que un zumbido verdi-azul-naranja.

Lirio comenzó a escribir la palabra mágica que le otorgaría aquellos poderes:

Wiwunfiurgalonix quevdilpontricus tufrikokliwus.

¡Sí, sentía la energía de todo su cuerpo concentrándose en aquella zona, alrededor las vertebras! Algo se robustecía, expandiéndose angelicalmente, dragándose toda su alma en etéreas venas que tejían las dos membranas que le permitirían alzarse sobre todos aquellos humanitos que correteaban en el patio.

Su propia sombra, como la de un halcón que detiene en su vuelo al sol, los haría parar con sus juegos para encumbrar la vista y reconocerle superior, envidiable, arrepentidos de no haberlo honrado cuando era como ellos, menos que orugas que no saben en dónde comenzar a construir sus crisálidas.

Lirio cerró los ojos y continuó viéndose admirado. Pero él ya no les hacía caso, sacudía las alas y como un cometa, lleno de sonidos, desaparecía en el horizonte, ansioso y seguro de que vería cosas que ellos ni siquiera tenían la capacidad de soñar.

La ventana se cubría con su respiración. La algarada de afuera quedaba suprimida por debajo las representaciones de Lirio. Apretaba con la mano el papel de sus conjuros. Sus sentidos se dedicaban por completo a contemplar el paisaje iluminado por debajo de sus aleteos.

Pero el ensueño no vivió más de lo que debía durar un recreo. Apocaliptizando su magia, ¿o será apocalipzando?, el rabión de espirales de Lirio desembocó en el restallido de la campana, inoculando su mundo con grietas que dejaron a la vista, nuevamente, el mural de la pared, el pizarrón, los escritorios y la ventana, detrás de la cual se extendía ese patio, ese patio que era más impenetrable que el universo de su sérico magín. De él, provenía en amenazadores estertores la cáfila de insectos que tanto lo desdeñaban. Enmudeció el baladro de la campana.

La cancha al otro lado del cristal recobraba el sosiego, vaciándose. La puerta se abría, de nuevo el enjambre invadía al panal. Lirio arrugó sus conjuros y los guardó en su mochila. Nadie los encontraría, y si alguien los encontraba, no sería capaz, nunca, de comprender, tan siquiera un poco, el poder que encerraban sus palabras.

-Mi vida –le dijo la seño Nancy cuando lo vio-, otra vez te quedaste aquí adentro, ¿por qué?…

-¡Es que Lirio es raro, seño! –musitó una niña a la par, una escarabajo con bracitos que siempre le hacían  cosquillas en sus pétalos, o bien, le robaba la refacción, comiéndosela ante él junto a las ponzoñosas creaturas de sus amigas.

La maestra le pidió silencio a la muchacha y volvió a imponer la cuestión ante su alumno.

Lirio apenas pudo decir que no pasaba nada, que estaba bien. No muy convencida, la profesora debió dejarlo para imponer el orden y enseñar la tediosa gramática de las esdrújulas.

Pero a mitad de la clase, mientras la seño reiteraba que todas se tildan, a Lirio se le ocurrió un nuevo ensalmo, volvió a blandir su lápiz prodigioso, eligió una esquina de la lección y el sortilegio flagró con dulzura entre el papel:

Pwoliruníferis ¡Sémxelup!

Esta vez no deseaba irse lejos para ignorar que en el recreo todos jugaban sin él. Este era un conjuro de valor, se decía, para que la siguiente vez, cuando le preguntaran, fuese capaz de expresar los deseos que sentía por revolotear, y reír, y jugar con el enjambre para no ser la flor cuyas hojas los gusanitos han de devorar. Los pétalos cayeron, el tallo terminó de torcerse, y cuando una húmeda pelota de papel lo golpeó por debajo de la oreja, la magia surtió su efecto: Lirio se puso a llorar.

2 comentarios:

Pablo dijo...

En prima sentecia, perdón por esta dilación en comentar. Ahora, pasando presto a mi comentario quiero abordar el contexto. Aquí juegas con toda la realidad pueril de un individuo: su vida escolar, y cómo esta influencia puede provocar al individuo a la interiorización. El personaje es acomplejado, y eso lo presentas muy bien. Pobre Lirio, sólo quería volar... También te felicito por la investigación del reino insecta: élitro (¡tuve que investigar qué es y me sirvió mucho!) es una palabra melodiosamente científica. Ahora, la descripción del niño es fantástica, aquí das un lujo de floreados (literalmente) detalles. ¡Ese niño era una flor! ¡Qué maravilla para el paladar literario! Es una muy buena prosopografía. Sólamente, y perdón mi torpesa, no entendí cuando ponés "de tallo roto", ¿a qué te referís con ello? Me suena como a de alma atribulada, por ser el tallo la raíz y el alma la raíz del individuo, pero al mismo tiempo, pienso que un elemento exterior, e imaginar un "torso quebrado" no me parece apropiado. Ahora, como culminás el cuento es excelente, ya que hay un momento en la narración en que uno piensa que de verda va a Volar y salir de ahí, a dejar atrás a todo el conjunto que lo molesta. Pero de repente, todo vene a pique y el se encuentra de nuevo rodeado de los compañeros. Sin embargo, el valor que ganó es impresionante. La última línea en la que presentas a Lirio llorando promueve al lector a encontrarse con él y reconocer que todo el cuento es real. La realidad de Lirio que cumplió su cometido.

JuLio Urízar dijo...

Pues no vengo a dar el cuento del cuento, pero como nadie más comenta... Pues gracias, Pablo. Sí... podría decirse que Lirio es un niño acomplejado, pero que es auténtico y por tratar de ser él mismo cada vez le toca vivir una vida escolar más dura. Por eso tiende, como decís, a la interiorización, las palabras mágicas no són más que el mundo fantástico que se ha construído alrededor para huír de su soledad, del rechazo y del acoso (el bullying es algo que me ha interesado desde hace poco). Con respecto a lo del "tallo roto" pues como decís pueden haber las interpretaciones que en el lector surjan (al fin el cuento es de ellos y no mío): un alma rota, un cuerpo débil y quebradizo, cabizbajo, un espíritu pizoteado, lo que sea, siempre conllevará a una baja autoestima e inferioridad, a un daño (aunque sea una flor !un lirio! en medio de las alimañas)[el chico bien podría ser un artista al crecer, jaja] Y como tal, posiblemente un incomprendido, un existencialista, un romántico... (hay que escribir un cuento sobre su adolescencia, jaja) No... son bromas. (pero en realidad son personajes que te van quedando y pueden ser utilizados en el futuro en otros trabajos)