07 octubre 2010

Una Mosca en el Pan

Por Regina Asturias*


        La luz del día se estaba ocultando, y la llegada de la noche no me entusiasmaba nada la verdad. Iba tranquila, revoloteando por allí, esquivando gente que si me veía, intentaba apartarme de un manotazo. En esas estaba, cuando una puerta se abrió ante mí. Del interior del lugar, claramente iluminado con la luz artificial de los bombillos en las lámparas, nada como el sol, pero por lo menos no es oscuridad. Con ese pensamiento, me aventuré al interior del local. Dentro, había un olor delicioso. Mezcla de muchas cosas, que hizo que mi estomago se emocionara.

Di una vuelta por todo el lugar, y el olor de una mesa fue el que más me atrajo. Como hipnotizada, me dirigí a esa mesa, para encontrarme a una señora, un tanto arrugada, con cara de mal humor. La verdad, poco me importó en ese momento el resto del lugar.

Había encontrado donde poner en práctica dos de las cosas que más me gustaban en mi corta vida. La primera, comer. Y la segunda… la segunda era molestar a las personas.

Desde que era pequeñita, no más que una larva, sufrí con los humanos. Ellos creen que dominan el mundo, y que tienen derecho a acabar con nosotros, solo porque son más grandes. Pero cuando pude volar, y descubrí que era muy ágil para esquivar matamoscas, spray mata bichos, y zapatazos, me di cuenta que yo también podía molestarlos. Y esta señora era una perfecta víctima. En cuanto me vio, comenzó a intentar aplastarme, pero yo era demasiado ágil para ella. El objetivo, posarme en el pan que con tanto énfasis protegía de mis “mugrientas patas”.

Al cabo de un rato, y luego de que la señora me lanzara cuanto encontrara a mano, logré pasearme por la superficie del pan. Era una victoria, pero había sido demasiado simple. Así que me propuse ir a por el plato de pollo y arroz que tenía enfrente. Además, eso olía mejor que el pan. Di una vuelta sobre su cabeza, y me posé en su cabello. Comenzó a sacudir su cabeza, pensando que todavía estaba allí, pero yo solo la observaba desde atrás. Era divertido molestar a los humanos.

Sin embargo, luego de unos minutos de entretenido juego, la atención que tenía se esfumo. Volé alrededor de su cabeza, sobre la comida, me paré y caminé por todo el plato, pero pareció no notarlo. Aburrida de que la diversión hubiera acabado tan pronto, me dirigí a otra mesa. Frente a la ventana, había una pareja, sin embargo, tampoco ellos me prestaron atención. Caminé por toda la comida, una lasaña blanca, casi intacta, y una tortilla. Como parecía que no les importaba que caminara por su comida, me disponía a irme a buscar otra mesa, cuando un fuerte olor me atrajo.

El olor provenía de una copa frente a la quesadilla. Me acerqué intentando descubrir que era. Era un líquido rojizo, con una mezcla de olor frutal y alcohólico. En cuanto estuve lo suficientemente cerca del líquido, mojé las patas, y me posé en la orilla interior del vaso. La tentación me venció, y lo probé. Era algo… algo como nunca antes había probado. De repente, me sentía más despierta, con más energías que en mucho tiempo.

Volé y volé. Di vueltas por todo el lugar, zumbando de un lado para otro. Las luces de las bombillas me parecían el doble de interesantes, y me pegué de golpes contra ellas intentando alcanzar la luz. Seguí volando, y regresé al vaso con el misterioso contenido. Di otro sorbo y salí del vaso. Me sentía extraña. Cada vez me costaba más llegar a donde quería llegar. Tuve que dar unas cuantas vueltas de más para llegar a la mesa con la señora y su pan.

Si antes me sentía viva, ahora poco a poco iba perdiendo todas las energías. Cuándo y cómo llegué al pan… no estoy segura. Solo sé que caminaba por la orilla del plato cuando el suelo se me terminó y caí de espaldas a la mesa. Intenté darme la vuelta, pero estaba muy cansada… cada vez me costaba más mover las patas, y las luces arriba mío eran cada vez más… Entonces, súbitamente fui tragada por la oscuridad. Dejé de sentir mi cuerpo, y mi mente navegó esa oscuridad.


*Regina Asturias cursa cuarto semestre en la Licenciatura de Psicología Clínica de la Facultad de Humanidades de la URL. Con este primer cuento le damos la bienvenida al club.

3 comentarios:

Pablo dijo...

Regina! Me ha gustado mucho la historia! Me recuerda a Kafka, pero la visión que le das algo infantil, todo inocente. Qué bonito! Te dije que tenías buenas historias, hehe!

Keikleen dijo...

Gracias! Me alegro que te gustara.
En realidad es parte de una historia formada por micro relatos relacionados, pero no todos me convencen, asi que, a menos que me decida por arreglarlos o algo asi, solo voy a subir este... jejeje

JuLio Urízar dijo...

Sí, es cierto, es como Kafka! no necesariamente debe ser una mosca, es una persona quizás entrometida que de pronto cae por ser tan sh... No sé, podría ser una interpretación. Pero me gusta más la idea de que simplemente es una mosca, ver el mundo humano desde esa perspectiva debe ser interesante, aunque todo lo verías multiplicado en facetas... y sobre todo, borracha, pobrecita.