14 julio 2011

¿Tu añoras de verdad?

Por Sara Fernández

Y cuándo el tiempo se acabe y no haya hecho nada ¿Qué? - Poca fortuna para ti mi vida, ese
no es mi problema. Cuando desperté me di cuenta de que tal vez el sueño era este, de que
tratar de resolver un problema inconcluso no resultaba divertido en lo absoluto y tratar de
competir para ser la mejor, se reducía siempre a que nunca iba a saberlo todo, y de cualquier
forma, seguía aquí con una rutina estúpida que nunca fijaba sus estatutos como debía de ser,
con una meta insólita que quizá jamás sería cumplida hasta en un millón de años y con un
corazón que se contraía absorbiendo más sangre de la que bombeaba. ¿Qué tipo de alma era
esta? ¿Qué espíritu albino y retraído este que me toco para vivir? Y alguien aconsejaba, NO,
nadie, porque a pesar de que me esforzara por que los sentimientos certeros de mi alma
salieran a luz, no podía dejar de ser lo que aprendí a ser con el tiempo, Una completa
hipócrita. Interesante la hipocresía, cuando me la explicaron me dijeron que era la forma en
que una persona tenía actitudes diferentes frente a alguien y resultaba siendo perfectamente
distinta delante de otros. Esos mapas conceptuales técnicos, reprimidos y a la larga hipócritas
que trata de adoptar toda la gente, Incluso para tratar de pedir una servilleta en un
restaurante, nadie siquiera intentará sacar un poco de su verdadera esencia, ustedes saben,
esa esencia voraz, maldiciente y egocéntrica que tienen todos los humanos que habitan sobre
la tierra tienen. Salí de mi casa y vi el cielo entretejido de nubes, los árboles aferrados a la
tierra con todas sus fuerzas, el sol, la lumbrera del cielo y sobre todo el viento, en su forma
más pura y emancipada, cogitativa y enajenado del mundo, como si nada pasara y, una vez
más quise ser como él, subí al automóvil y escuché por la radio una sarta de mentiras y de ira
reprimida y cobarde salir de bocas de los pequeños contribuyentes del Estado y aún más
mentiras de la boca de quienes querían hurtar las contribuciones, así que busqué la única
estación de radio en la cual nadie habla, no tenía señal. Apague la radio, llegué a mi destino y
me di cuenta de que todo era lo mismo, de que todos hacían lo mismo que hacían ayer y que
seguramente mañana harían lo mismo que hacían hoy, era como vivir todos los días el mismo
día, como comer todos los días el mismo manjar y vestir todos los días la misma ropa. Quizá los
creadores de esta tierra tengan más mérito que los negociadores de vida, pues quien crea se
eleva y quien negocia vive para tener una idea más clara de cómo no morir. Después de un día
de rutina, regresé a mi hogar y guardé silencio una hora frente al espejo, viendo mi reflejo con
aires narcisistas y a la vez autodestructivos y derrepente la mujer que tenía al frente me dijo –
Y bien, te vas a quedar viendo qué hago toda la vida o vas a despertar de una maldita vez por
todas –No lo sé, eres tú quien me ve no lo recuerdas –no trates de usar trucos mentales
cariño, sabes perfectamente que yo existo y soy diferente, incluso aunque parezca igual – A sí
y qué tienes tú de diferente –Lo tengo todo sin ser nada, Soy como un sueño de carne y hueso,
como un puñal de porcelana –En serio lo piensas, yo soy de carne y hueso y resulto no siendo
un sueño, y soy un puñal de los que hieren y tienen filo, quizá pueda matarte –Ni siquiera
tienes valor para vivir, en serio crees que tendrás valor para quitar una vida -¿Qué vida? – La
que vivo y la que sueñas –Querida, yo hace mucho tiempo que maté esa vida y hace el doble
de tiempo que la extraño con lo más profundo de mis entrañas pero sin embargo sé que se fue
y que no regresará – Cierra la puerta en donde está este espejo y abre tu alma si quieres vivir,
mas si no lo deseas, sigue viendo como vivo una vida que anhelas con tanto fervor y rechazas
con tanto dolor – Si te callaras sería ideal –Si tan sólo hablara, querida, podría callar.

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