31 agosto 2011

Cayeron tomates del cielo

Por Haroldo Valdizón


Los tomates cayeron del cielo, o a menos eso creí. Cuando sentado en una banqueta, uno cayó cerca de mí. Lo recogí para dárselo al que hace poco tiempo era su dueño pero cuando la vi supe que todo era un sueño. No pretendo ser un exagerado y salirme de la realidad pero créanme cuando les digo que como su sonrisa no hay nada igual. Nerviosa por creer que había hecho el ridículo mientras que yo trataba de agradecer a los cielos lo ocurrido. “Creo que esto te pertenece”, expreso el sarcasmo dentro de mi, mientras que ella aun roja dijo: “Que pena que me hayas observado”. No entendí lo que pasaba pero de mi boca salían las palabras perfectas las que ella creía que eran verdad, las que uno dice sin saber lo que esta diciendo pero sabemos que a las mujeres les gusta. Dentro de mí despertó el poeta inspirado en su belleza. Sabía, por experiencia del pasado, que los piropos ya no eran utilizados, pero algo dentro de mi tenía ganas de expresar su belleza, como si fuera un ciego y tuviera ganas de describir el color rojo. Pero igual que el ciego no encontraba palabras para describirla. Entre un intento desesperado, pensé en decirle que tenía la sonrisa más hermosa, que ella tubo que haber sido la Mona lisa y no la que ahora nos presentan, pero en cambio dije: “Tienes una sonrisa única”. Y su risa quebró el silencio, acompañado de una necesidad de ir a dejar los
tomates que apenas sobrevivieron al atentado que provoca perder el equilibrio. Pero antes de decir adiós menciono las palabras más lindas que alguien le puede decir a otra persona que apenas conoce, “Ojala te vuelva a ver”. En ese momento comprendí que a veces uno no sabe como será un día, si bueno o malo. Estamos predestinados a sucesos que ni nosotros conocemos. Y me recordé del sueño de ayer donde teniendo en sueños a un pez en el agua era feliz, el pez era ella que me había hecho feliz por hoy y mañana encontrare a mi nuevo pez que igual me hará feliz.

30 agosto 2011

Los tomates cayeron del cielo

Por Alejandra Fuentes

-¡Los tomates cayeron del cielo!-grito desde la ventana de su casa Doña Miriam, la loca de la casa 20, sin emoción la voltean a ver los vecinos que van caminando por la banqueta de la colonia, -¡esa señora chiflada!- comenta Don Pepe, el quisquilloso de la cuadra, al verla subida en la terraza y en camisón, -¡que se baje! Gritan los niños que siempre molestan con sus gritos y relajos al jugar el sueño de Don Pepe.

Sin saber, la hija de Doña Miriam que su madre esta loca, la contempla al mismo tiempo avisándole de su regreso y bajándole del banco donde se encuentra subida la señora, ya hace muchos años que Ligia vive en esa casa, mas no sabe que Doña Miriam no es su madre, desde muy pequeña la madre había fallecido y esta doña loca la recogió, aunque jamás le conto la verdad Ligia siempre había sospechado de su rara vida al lado de la doña, aunque jamás le dijo lo que pensaba por miedo a que la echase a la calle por las dudas, de lejos observa el mecánico, del que Ligia siempre se queja de mentiroso, comelón y de poco sentido del humor; comiéndose un chicharrón y en tono burlesco dice: -¡Yo no se porque no la pone a lavar los platos, aunque sea para que se lave las manos de una vez y se ponga a hacer el almuerzo de la venta!-; Ligia trabajaba vendiendo los almuerzos del día, justamente en la banqueta de enfrente colocaba su mesita ya carcomida por las polillas y un mantel medio verdoso y casi roto, donde colocaba el garrafón de horchata, las tortillas y la olla de pollo en pepita que le salía muy bueno según los clientes, y por lo tanto Mario, que así se llamaba el mecánico, le pasaba comprando media olla de pollo y haciendo la típica bromita con su nombre estampado: - démelo todo, así se le acaba mas rápido y trae mas pa comérmelo todo- y luego le decía: - se lo paso cuando me pague Don Daniel- y Ligia siempre terminaba esperando hasta medio mes por el pago, luego de comprar el almuerzo llegaba la señora Clara, que soñaba con ser parte de la burguesía, y la verdad es que era un sueño nada mas, porque vivía alquilando el segundo nivel de la casa de Don Guayo un viejo silencioso y avaro, consumido en su habitación después de haberse divorciado, de pronto Clara al ver la pequeña mesita de Ligia y escuchar el chisme de Doña Miriam en la ventana dijo: (riéndose) –y ahora las locas hasta ven los tomates volar-, todos los clientes se quedaron en silencio, mas su risa quebró el silencio porque fue la única que se digno a burlarse de la situación, y Don Guayo en tono altanero le contesta:-mejor vallase a su casa señora y de paso me trapea y me sacude por favor, que para vivir como rata usted va de primero-.

Ese día fue uno de los otros días de Ligia enfrente de la casa 20, ya estaba acostumbrada así que fue normal para ella escuchar cada humillación de parte de sus vecinos, aunque casi familia después de haber vivido durante 27 años cerca de estos seres, después de todo Ligia regreso con por lo menos 80 pesos en la bolsa y aunque el mecánico siempre le queda debiendo y la señora Clara se pasa burlando, se recuesta en el catre que esta cerca de la puerta del baño a pensar en su día, y de repente se recuerda Doña Miriam que tiene que
comer, y comienza a quejarse de la cuenta de la luz, de la cuenta de agua, y de la cuenta de todo lo que tiene que comer, mas Ligia termina su día teniendo en sueños a un pez en el agua.




SEGUNDO DESCENSO


Dineros

Por José Andrés Ochoa

Al ritmo del “tic-tac” de la canción de “Time”, don Pedro marcha con consistente paso en la avenida Bolívar. A pesar de sus 44 años, la lluvia parece no calar en su salud. Los torrenciales aguaceros crean una fina cortina en el horizonte de la ciudad. El sol, tímido, se refugió detrás de las nubes. Nubes negras que opacan, aún más, el gris de la transitada vía capitalina. Algún solitario vehículo se desplaza. Con la indiferencia propia del ciudadano, el piloto no contempló su velocidad al pasar al lado de don Pedro, quien recibía sin protección alguna los grandes salpicones del agua empozada.

“Ticking away the moments that make up the dull day”

Un, dos, tres, cuatro. Pedro, con su semblante de serenidad, contrastaba notoriamente con la malvada lluvia que entristecía la, alguna vez, tacita de plata. El hombre vestía sus botas –recién lustradas. Su pantalón, bluyín –de un almacén del Amate Mall. Su camisa cuadrículada, importada –brought you by: Megapaca. Su gorra color naranja – ¡vamos por el cambio!

Don Pedro continuaba con su caminata. La lluvia no cesa y la tristeza, menos. Las ferreterías,ventas de muebles y boutiques de novia cerrados. Un Transmetro color transmetro brinda un poco de picardía al indiferente paisaje de la ciudad. / ¡Ay, qué aburrida la Bolívar! ¿Cuándo se volvió tan gris? El Guatemala Musical, cerrado. Ahí me echaba yo mis piezas. Luego me echaba unas patojas. Ahora no. No hay plata, menos energía y físico. Ahora toca trabajar. Más y más para poder llevar un pan a casa. Pan que no alcanza para mis hijos. Hijos de su madre, que por error es mi esposa. ¡Tan bruto de no aguantarme esa noche! Pero ya, qué importa. Tengo que trabajar. No hay de otra. Al fin en el Trébol. Ya aquí agarro una camioneta. Camionetas desgraciadas. Bueno no, ellas  no; los pilotos hijuesumadres sí. No lo ven a uno ya avejentado y ni paran para que uno se suba. -¡Buenas!... Ya ni responden los descarados. Al menos la lluvia ya bajó un poco. Al fin en el obelisco. ¡De veras! La gorra. La pongo en el piso un rato. Así nadie la ve. ¡Pasame una bandera! ¿Sigue el trato, no? ¿50 billetíos por la tarde? Va, va. No, no te reclamo más (Sí, sí quiero más pero no lo dan, perros). Lo que hace uno por…

“Money! To get away…”

Don Pedro llegó al obelisco. Lugar de festejos y quema de patrullas color transmetro. Toma con sus manos, acostumbradas a chapear terrenos, la bandera. Comienza a agitarla. El color rojo con un pulgar arriba hace brisa, mientras en su cabeza resona el bajo de Roger Waters. Pedro intenta animar la tarde, el paso de los vehículos, mientras el sol corta sobre las nubes. Otro día transcurre. Vehículos que vienen de las utópicas avenida Reforma y las Américas. Don Pedro agita la bandera, animando a los apáticos conductores a marcar una X en el rostro de “el mejor para el país”. 50 billetíos que servirán, tal vez, para los siguientes dos días…

27 agosto 2011

Duende

Por Julio Urízar Mazariegos


La locomotora se alejaba en las colinas, condensando el silencio con que Diego entreveía el por Dios lo hice otra vez, reflejado, como escombro, en el laboratorio derribado por la última carrera. Seco el belcro del propio sudor, se levantó del cuerpo de Delicia con las piernitas aún temblorosas. Era la quinta vez que la mataba. Y como si coronaran el crimen, los mineros de arriba, borrachos ya, cantaban déjame delirio dralará.
Luego de trenzarle los cabellos con primor -era ya parte del ritual-, escondió el despojo debajo de las tablas del piso, junto a su propio cadáver. Vestido, lo siguiente que hizo fue llenarse el estómago con los panecillos, fríos ya, remojados en la sopa terrosa que ella le había llevado. Para cuando terminó, la primera locomotora de la tarde se acercaba. Cuando pasa retiembla la casa. El paso de otras cuatro acumularía la energía suficiente para hacer funcionar la máquina del tiempo. Mientras tanto, con toda naturalidad, conectó el theremín y sus manitas de no crecido bailaron en el aire, acunándose a sí mismo con su cadencia flébil. Al despertar, había anochecido. Observó el reloj: ya casi era hora de que preguntaran por ella. Los rieles chispearon con el movimiento del último tren de la jornada. El CCMT (Camino Cuántico Mecánico en el Tiempo) estaba listo. Se aseguró de llevar la pistola -muy importante- antes de entrar a la sonaja, una cápsula tan pequeña como él, la cual, una vez accionado el mecanismo, cascabelea con precisión matemática para que su ocupante, materia transformada en sonido, viaje a través de todos los sonajeros que se autocontienen, al origen primigenio del sonido, en las profundidades de una turbulencia de partículas y energía que existen y se aniquilan en delirio, un océano donde lo efímero es pilar de lo perpetuo. Basta un filamento, una arruga que vibre y se expanda para que el hombre, hecho música, atraviese el universo en lo más indivisible de sus fragmentos.
Todo para encontrarse a sí mismo de nuevo en el mismo lugar, doce horas atrás, una y otra vez. Diego viajero dispara, Diego presente desciende. Matar a su propio pasado no conlleva ningún riesgo siempre y cuando estuviera allí para reemplazarse. Perdonarlo sería lo paradójico. Ningún mundo soportaría a dos como él. A partir de allí sus movimientos eran costumbre: esconder el propio cadáver debajo de las tablas, limpiar la sangre del ¿suicidio?, dejar un espacio para el cuerpo de Delicia. Y esperar, pronto darían las doce del día, ella llegaría con el almuerzo y… alma mía, esos ojos negros que esquivan. Pero hasta un genio olvida que una moneda nunca cae en el mismo lugar. Tocan la puerta. Es ella, y tras ella viene también, desde las colinas, la locomotora con los mineros del último turno. Temblará la casa, el mundo. ¡Delicia, qué temprano llegas! Señor, la comida, mi madre hizo pan esta mañana, aún están calientes. Pasa, dulzura, aquí te tengo el dinero. Tiene los ojos grandes y pelo negro, suelto, como le gusta, catarata yo-viendo en sus contornos. Cada encuentro parece el primero.
Los mineros del piso superior, cargados de cerveza, también han escuchado el tren. Bajan a su encuentro. Tras el chirrido de los frenos, con voces y palmadas, suben los de la mañana, tremendo barullo, sus botas llenas de hulla se ven pasar por el agujero del rincón. ¿Qué dice? ¡Aquí, muchacha, déjalo aquí, sobre la mesa! ¡No escucho! ¡Déjalo aquí! ¡Ah, muy bien, ya le oí! Entra. Es morena, de senos frutales. No la mataría ¿por qué lo haría? Diego aprieta los puñitos. Esa batahola sólo puede ser propia de unos animales, hombres buenos sólo para bañarse de negro en las minas, no la mataría, donde dicen, no hay razones para hacerlo, les conceden toda clase de favores. Un burdel subterráneo donde el grisú es afrodisiaco. ¿Por qué él no? Diego cierra la puerta, ¿Por ser enano? Se sabe de memoria el guión. Ella se asusta cuando se le acerca, ella grita cuando se le acerca un poco más. Nadie puede escucharla, demasiado ruido. Juguemos tenta. No, por favor, dice ella. Sí, dice él. Su excitación aumenta con la persecución. Los pechos le danzan como si la casa toda fuese un theremín produciendo los sonidos más deliciosos. Tenga su dinero, no me haga nada. Yo no quiero las monedas, alma mía, y las lanza por los aires, más melodramático que en la presentación anterior. Cuando la alcanza ella se resiste y él, tan pequeño, no puede. ¡No puede! Sólo hay un modo: Disparar y dejar que ella caiga para él tragarse con gran deleite sus últimos suspiros. Luego trenza sus cabellos y la esconde, la esconde y lee o juega ajedrez y duerme y espera a que el CCMT se recargue una vez más.
Como todo, aquella obsesión se hacía más grande que él en cada viaje. En el octavo la pasión desaforada fue incontenible. Ella llegó tan hermosa como siempre. Aún están calientes, señor. ¡Qué Delicia! Y correr de nuevo tras sus piernas entre el bosque de artefactos, sátiro y ninfa. ¡Qué divertido! Tenga su dinero, señor, no me haga nada. ¡Yo no quiero las monedas, alma mía! Y volverlas a tirar por los aires, las monedas, que nunca caen en el mismo lugar. Rebotando, una dorada de veinte centavos se escaparía hasta el agujero del rincón, donde las botas de carbón retumbaban los escalones.
-¡Miren, hoy la suerte es para mí!
Y se agacha a recogerla mientras que sus ojos atraviesan la ranura para observar a la bella hija de la fondera siendo ultrajada por el enano loco que alquila el piso de abajo.
La indignación se yergue, omnipresente, en el océano tempestuoso de lo diminutamente efímero. Las cuerdas vibran con las voces que alrededor del taller condenan al viajero del tiempo. Este las escucha asustado recordando que la máquina aún no estaba lista para poder escapar. Derribarán la puerta, le darán una paliza y lo sacarán desnudo a la plaza. No, no, no. Sus deditos esconden al verdadero criminal, suben la cremallera, buscan la gabardina en las gavetas y el sombrero, el gran sombrero negro que le oculta el rostro para siempre.
Mientras el laboratorio era destruido su cadáver fue hallado escondido debajo del piso, se cree que se suicidó al ser descubierto. Lo extraño es que las últimas noches se ha escuchado, según algunos testigos, la melancolía de un theremín como el suyo cerca de las colinas. Los cadáveres de las jovencitas enamoradas que salieron a escuchar fueron encontrados con el cabello trenzado a modo de riendas alrededor de su cuello. No permita, don Salomé, que sus niñas salgan… Ese es el duende, ¡el mismísimo demonio!

24 agosto 2011

Sobre el monstruo del que hablan los poetas

Por Pablo De la Vega

Hipogrifo liviano, 
híbrido, del cielo soberano
y del equus celerípedo; 
cuadrúpedo o bípedo, 
Si enhiesto se declama, 
o andando se acelera; 
ora corriendo libre en la pradera 
ora volando hacia el empíreo que le llama.


¡Grita, despavorido!, 
y que al jinete le llegue el alarido
para que, en tu lomo
cabalgue, y en presto asomo
su rutilante yelmo alumbre
¡y el plectro volátil se ilimite!
¡Y al aedo a escribir lo incite
tus cantos de admirable mansedumbre!


¿Acaso no lo hiciste
ya en los Versos en que a Eneas condujiste?
¿O en los de Orlando enamorado, 
al igual que el Rogelio Angelicado
mas no correspondido? 
Pues del trino sonoroso y del más melifluo mosto
es Latina pulpa e italiano ruido
el Virgileado pomo, citareado Ariosto. 

Sobre un ataúd oscuro un cuerpo solitario Yacía

Por Sara Fernández



Todo el argumento permanecía como si nada hubiese pasado
El tiempo alrededor de un todo, como gotas de lluvia franqueaba,
Como si un suspiro jamás sobre su boca hubiera zozobrado
Y así como así, triste y vago, sobre un ataúd su cuerpo descansaba.
El clamor de la multitud se escuchaba de nuevo hasta ser nada
Y el dolor que causaba era el mismo que el que habría mañana
Tras el infortunio del sepultado, su dicha nunca más sería amenazada
Ni su muerte proclamada, ni sería puesto en duda, el púlpito erecto de su hazaña.
Como toda intrascendencia de su vida nadie hablaba
Hablaban de amor y del futuro, de la política populista y del mal de mucho apuro
Y mientras la muchedumbre su coro estrepitoso entonaba
Dentro del ataúd un cuerpo seco ya sin vida yacía en un ambiente oscuro.
Quién sabe qué pasará con ese trozo de materia
Que como hoja en otoño se secó hasta que cayó del árbol que le daba vida
Quién sabe si mañana bombeará sangre en forma de arteria
O si seguirá siendo un cuerpo seco ya sin vida que yace solitario en un ambiente oscuro.

23 agosto 2011

Por Domenica Valladares

No puedo hacer nada
esta fuera de mis manos 
mi corazon esta estrujado
mi mente no entiende

solo estar con tigo es agonia para mi
verte llorar y sufrir
y yo disfrutando de la vida
en plena juventud

se que tuviste tu tiempo
no se si lo disfrutaste
pero ya llegara la hora
y el viento soplara

espero ser fuerte
espero tú estés feliz
te amo como nada en este mundo
te amo más que todo en este universo

no tengas miedo
ten fe
pero yo ¿qué haré?
mis ojos ¿a quién verán?
¿con quién hablaré las cosas que sólo con tigo hablo?

llora lo que quieras
pero dejalo ir
porque nada esta escrito aun
la batalla no ha terminado
y yo sigo con tigo

Sin sentido

Por Domenica Valladares

El alma esconde lo que tus ojos me enseñan
nadie acepta la verdad
porque la sinceridad es muy cruda
y una taza de café no es para matar 

Entre fiesta y fiesta
jamás encontrarás lo que yo te doy
porque entre nos y esta
ni yo sé en que rumbos voy

Sueños y mañanas
nunca combinan bien
pero las letras tatuadas en mis brazos
me dicen que es un gran lazo
lo que a uno dan cien

No sé que dices
si piensas como yo
pero sé que en mi reves
dices que estoy mal, cuando no

Sin sentido somos víctimas
culpabilidad no eres bienvenida
sin embargo me cuesta lo que tu prestas
ven porque no eres permitida

mis letras al azar
no dan más que un lugar
para las páginas en blanco 
que en mi mente remato

sabes lo que quiero
dudas y argumentos
eres para mí
lo que nadie fue en mil

Yo

Por Alejandra Fuentes

Hoy desperté con un sueño uno mas grande que el de ayer, quizás no el sueño mas fácil de cumplir ni el mas fácil de creer pero tampoco el mas difícil de imaginar.

Te quiero decir quien soy, quiero decirte que puedo amar, creer, volar y lo que se te ocurra pensar que sepas que amo pintar mi realidad mi pincel es el mejor, que sepas que quiero ser la mano que te de la liberta, el hombro que necesites decorar y el oído que te quiere escuchar.

Soy la persona que recorre las montañas de oleo en el mantel, soy la que haz de querer conocer, mi sueño es creer, no es una simple palabra tampoco una simple ilusión, mi sueño es llegar mas allá del cuadro de la vida mas allá de las pinturas de Da vinci y la escritura de Shakespeare, mi sueño es enseñarte de mi el cuento de hadas que vives a diario, que veas la vida como el paisaje de tu ventana la ventana de tu realidad, subir el nivel de tu pensamiento y sumergirte en el rio que moja tus pies.

Recuerda que jamás serás invencible pero tampoco serás borrado si vives lo que amas y amas lo que vives, inserta en tu mente las historias de amor. Este es mi sueño un sueño que vivo a diario y te dejo conocer quizá una pintura un bosquejo de mi rostro tal vez, la realidad siempre te rodeara con falsedades que te harán llorar o quizá llenen tu corazón de fuerzas para permitirte luchar mas, creer que puedes volar por cada palabra que existe en tu libro, por cada garabato de tu vida.

Esta soy yo permitiéndome vivir tratando de creer que vivo la realidad que no existe en mi cabeza pero que creo que existe a mi alrededor sucediendo sin querer, soy alegría soy luz y a pesar de todo lo que no logro sigo retándome a ser la estrella que invade la noche con la luz mas brillante.

Poder

Por Mirella Urízar

Con una adicción se decidió a avanzar, se dedicó a creer que todo es posible con una obseción segura, algo que en este mundo puede existir si se lo proponía.Todo se muestra indeciso y confunso así que se sentó a meditar por lo que no era visible, por lo que no era tangible y empezó a hacerlo realidad.

Cansado de leer lo que todos escriben, de lo que muchos hablan pero nadie conoce, de lo que algunos añoran pero no se atreven a luchar por ello, todo es tan turbio como tus pensamientos y nada es sano como mi alma lo desearía. Nunca se sintio un extraño solo un inadaptado que no lograba enterder como todo puede pasar sin el concentimiento de algo, a quién habia que pedirle permiso para lograrlo? a quién habia que acudir para la fuerza? cómo se combatía la apatía de la vida? cómo se logra vivir con la indiferencia, con la ignorancia? si se quita lo negro y lo crudo de este mundo seguiría siendo uno? o seria tan aburrido que todos comenzarían una revolución de masiva destrucción? y fue así como se me ocurrio! empecé una canción para atraer a un grupo desconsolado, era triste, misteriosa y con el objetivo de hacerte sentir miserable, lo logré y tuve mi grupo, mi familia, la que ciegamente me apoyaba en lo que decía o decidía y empezó la revolución.

Con la palabra como mi arma y mi corazón como mi escudo empezamos a luchar por lo que llegamos a llamar "las gotas de fuego" todo lo que un día nos lleno de una gloria pagana, las gotas de fuego consistían en un ritual que convertía a cada uno en uno como tal o lo que otros conocían como un cambio radical de pensamiento, ibamos uno a uno compartiendo las gotas de fuego para laverles el cerebro y transformalos en persona sin crítica para que así nosotros fueramos superiores y dominar a lo que se volverían en una raza inferior, "los indolentes" , los que sin importar su circunstancia estarían dispuestos a llenar nuestra gloria pagana.

Practicamente degeneramos un mundo para alimentar nuestro ego y ser el poder máximo sobre las mentes vacías y entonces lo noté, me encontré como otro adicto más, otra mente vacía más , otro cuerpo flotante manipulado por la obseción del cambio, por la afición de la pregunta y por la humillación de ser un ignorante e indiferente de la realidad.

¿Por qué bailar?

Por Claudia Solares


En nuestra vida hemos sido bendecidos con un sinfín de dones, habilidades, talentos. Pero ninguno de ellos serviría sin nuestra capacidad para movernos. Realmente nuestro cuerpo es el mejor instrumento que tenemos, sin embargo no sabemos cuidarlo, apreciarlo ni aprovecharlo. No estamos conscientes de las cosas maravillosas que podemos realizar con el. Yo por ejemplo, desde pequeña aprendí una nueva forma de expresarme: bailando. Sin importar los acontecimientos de mi día, bailar siempre me da nuevas energías, una sonrisa y la enorme satisfacción de saber que tengo el privilegio de vivir, de hacer lo que me gusta y, por supuesto, de moverme.

La mayor parte del tiempo no estamos conscientes de lo afortunados que somos de poder movernos. A veces sentimos que tenemos un día muy aburrido y poco interesante, cuando hay personas en hospitales que no pueden levantarse, otras a las que les falta alguna extremidad y desearían poder hacer lo que nosotros hacemos. Lo que realizamos en un día “aburrido” es para muchos otros su sueño. Vivimos quejándonos cuando deberíamos estar agradecidos. Y si podemos movernos, ¿por qué no lo hacemos? Especialmente en nuestro país, somos testigos de injusticias que se dan cada día en todo lugar. Abusos, discriminaciones, rechazo, pobreza…y no hacemos nada al respecto. ¿Es porque no nos damos cuenta? ¿O porque realmente no nos importa? Vemos personas pidiendo limosna en las calles; mujeres, hombres, niños, ancianos e incluso personas discapacitadas. Pero actuamos indiferente hacia ellos, incluso lo vemos como algo “normal”.

Nos sentimos muy cómodos en nuestra posición que no nos interesa actuar en beneficio de otros. Tenemos todas las herramientas a nuestra disposición para poder movernos y actuar. Así que la próxima vez que sientas que estas teniendo un día poco productivo y aburrido, cambia de actitud y MUEVETE.

SEGUNDO CICLO

LUEGO DE UN PERIODO DE DESCANSO Y MEDITACIÓN LITERARIA, EMPIEZA NUEVAMENTE NUESTRO DESCENSO A LOS OSCUROS ABISMOS DE LAS LETRAS.

¿QUÉ NOS COMPARTIRÁN LOS ESCRITOS Y LOS NUEVOS MIEMBROS?

DESCUBRE SÓLO EN



QUE LA PLUMA LITERARIA NUNCA DEJE TUS MANOS