28 octubre 2010

Poema

Por Geraldine Barberena Orellana*

El siego me dijo un día
Que mira con los ojos del alma
El sordo me dijo un día
Que oyera mis pasos

El cojo me dijo un día
Que caminara recto mi camino de la vida
El manco me dijo un día
Que abrazara a la vida

El mudo me dijo un día
Oye la voz que llevas dentro
El viejo me dijo un día
Más de un consejo sabiduría

El ángel me dijo un día
No te preocupes cuidare tu espalda
El espejo me dijo un día
Ese eres tú

El tiempo me dijo un día
Todo te lo daré y todo te lo quitare
La vida me dijo un día
Recuerda que solo tienes una

La vida solo puede ser vista asea atrás
Pero debe ser vivida asea delante
No cometas los mismos errores
Que hay más por cometer

Mi sombra me dijo un día
Siempre estaré atrás de ti
Mi corazón me dijo un día
Siempre vivirás por mí....

*Desde la Facultad de Ciencia económicas y Empresariales,  Geraldine ha dado sus primeros pasos dentro de laCaverna. Actualmente cursa el 2do semestre de Administración de hoteles y restaurantes. Esperamos que se pierda en nuestra oscuridad.



16 octubre 2010

Acurrucados



Por Álvaro Montenegro*

Lo que pasa es que no creí llegar a esto. Las caricias al despertar pasaron a ser un triste recuerdo. Dolores de espalda. Artritis. Canas. Los hijos que se han marchado. La piel se arruga irremediablemente. Dolores de pelvis. Menopausia con viagra. La casa amplia con vasto jardín para dos. Arte colgando de las paredes que no nos dice mayor cosa, la madera de los marcos de los cuadros se está apolillando. Varias pasadas de trapeador le dejaron al piso de chichipate un olor como a vidrio. La televisión sostiene un colchón de polvo gris, como esta tarde, gris como esta mañana, gris como esta noche que tiembla por el viento que somata las ventanas. Nos acurrucamos. Y no siento frío, ni siento calor. Estoy emocionalmente inerte. Como la lámpara que chorreaba luz antes de acostarnos. Quietud. Tal vez demasiada quietud. Mañana un desayuno desabrido y la rutinaria pasividad del día. Ayer, a esta hora, desordenaba las almohadas del hotel sin miedo a la hora, sin ánimo de comparar, pero qué noche tan agitada. Quizá nunca más tenga otra como esa, porque aquélla se consiguió otro, más tierno que yo. ¡Ya sé que voy a hacer! ¡Me voy a comprar un Porsche!

*Álvaro Montenegro cursa el octavo semestre de la Licenciatura en CIencias Jurídicas y Sociales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la URL. Con este primer cuento le damos la bienvenida al club.

10 octubre 2010

Nobel 2010

Mario Vargas Llosa es premiado este año con el Nobel de Literatura. Para las letras castellanas es una gran noticia, para las latinoamericanas, tanto más, sumando ya seis condecoraciones que reiteran la calidad literaria que ha surgido de este pedazo de mundo. ¿Qué piensas acerca de esta noticia? ¿Has leído algo de él? ¿Crees que se lo merece, crees que no? ¿Mistral, Asturias, Neruda, García Márquez, Paz?  ¿Qué piensas de todos ellos? ¿Hay algún otro escritor o escritora de Latinoamerica que creas que merezca dicho premio? ¿Qué piensas del mismo?

07 octubre 2010

Una Mosca en el Pan

Por Regina Asturias*


        La luz del día se estaba ocultando, y la llegada de la noche no me entusiasmaba nada la verdad. Iba tranquila, revoloteando por allí, esquivando gente que si me veía, intentaba apartarme de un manotazo. En esas estaba, cuando una puerta se abrió ante mí. Del interior del lugar, claramente iluminado con la luz artificial de los bombillos en las lámparas, nada como el sol, pero por lo menos no es oscuridad. Con ese pensamiento, me aventuré al interior del local. Dentro, había un olor delicioso. Mezcla de muchas cosas, que hizo que mi estomago se emocionara.

Di una vuelta por todo el lugar, y el olor de una mesa fue el que más me atrajo. Como hipnotizada, me dirigí a esa mesa, para encontrarme a una señora, un tanto arrugada, con cara de mal humor. La verdad, poco me importó en ese momento el resto del lugar.

Había encontrado donde poner en práctica dos de las cosas que más me gustaban en mi corta vida. La primera, comer. Y la segunda… la segunda era molestar a las personas.

Desde que era pequeñita, no más que una larva, sufrí con los humanos. Ellos creen que dominan el mundo, y que tienen derecho a acabar con nosotros, solo porque son más grandes. Pero cuando pude volar, y descubrí que era muy ágil para esquivar matamoscas, spray mata bichos, y zapatazos, me di cuenta que yo también podía molestarlos. Y esta señora era una perfecta víctima. En cuanto me vio, comenzó a intentar aplastarme, pero yo era demasiado ágil para ella. El objetivo, posarme en el pan que con tanto énfasis protegía de mis “mugrientas patas”.

Al cabo de un rato, y luego de que la señora me lanzara cuanto encontrara a mano, logré pasearme por la superficie del pan. Era una victoria, pero había sido demasiado simple. Así que me propuse ir a por el plato de pollo y arroz que tenía enfrente. Además, eso olía mejor que el pan. Di una vuelta sobre su cabeza, y me posé en su cabello. Comenzó a sacudir su cabeza, pensando que todavía estaba allí, pero yo solo la observaba desde atrás. Era divertido molestar a los humanos.

Sin embargo, luego de unos minutos de entretenido juego, la atención que tenía se esfumo. Volé alrededor de su cabeza, sobre la comida, me paré y caminé por todo el plato, pero pareció no notarlo. Aburrida de que la diversión hubiera acabado tan pronto, me dirigí a otra mesa. Frente a la ventana, había una pareja, sin embargo, tampoco ellos me prestaron atención. Caminé por toda la comida, una lasaña blanca, casi intacta, y una tortilla. Como parecía que no les importaba que caminara por su comida, me disponía a irme a buscar otra mesa, cuando un fuerte olor me atrajo.

El olor provenía de una copa frente a la quesadilla. Me acerqué intentando descubrir que era. Era un líquido rojizo, con una mezcla de olor frutal y alcohólico. En cuanto estuve lo suficientemente cerca del líquido, mojé las patas, y me posé en la orilla interior del vaso. La tentación me venció, y lo probé. Era algo… algo como nunca antes había probado. De repente, me sentía más despierta, con más energías que en mucho tiempo.

Volé y volé. Di vueltas por todo el lugar, zumbando de un lado para otro. Las luces de las bombillas me parecían el doble de interesantes, y me pegué de golpes contra ellas intentando alcanzar la luz. Seguí volando, y regresé al vaso con el misterioso contenido. Di otro sorbo y salí del vaso. Me sentía extraña. Cada vez me costaba más llegar a donde quería llegar. Tuve que dar unas cuantas vueltas de más para llegar a la mesa con la señora y su pan.

Si antes me sentía viva, ahora poco a poco iba perdiendo todas las energías. Cuándo y cómo llegué al pan… no estoy segura. Solo sé que caminaba por la orilla del plato cuando el suelo se me terminó y caí de espaldas a la mesa. Intenté darme la vuelta, pero estaba muy cansada… cada vez me costaba más mover las patas, y las luces arriba mío eran cada vez más… Entonces, súbitamente fui tragada por la oscuridad. Dejé de sentir mi cuerpo, y mi mente navegó esa oscuridad.


*Regina Asturias cursa cuarto semestre en la Licenciatura de Psicología Clínica de la Facultad de Humanidades de la URL. Con este primer cuento le damos la bienvenida al club.